Desde sus inicios la Comunidad de Sant'Egidio ha estado al lado de los ancianos. Esta amistad, que empezó en 1972, ha continuado con el paso de los años con fidelidad y se ha convertido en el camino que nos ha ayudado a entrar a fondo en el continente anciano.
Cada Comunidad de Sant'Egidio, tanto en el norte como en el sur del mundo, vive la predilección por los ancianos: comparte sus ansias, su vida y su fe. Esta experiencia ha sido una escuela de crecimiento humano de la Comunidad de Sant'Egidio. Los ancianos son amigos un tanto especiales. En la historia de la Comunidad, una parte considerable de la solidaridad se ha vivido con los ancianos. No ha sido porque los ancianos fueran los primeros, los emergentes, sino porque estaban entre los más pobres.
Vivir con los ancianos ha hecho que en todos estos años creciera un patrimonio de experiencia y de sensibilidad que en su originalidad se ha puesto al servicio de muchos para construir una cultura de la solidaridad y de la acogida hacia quien es más anciano.
Estar con los ancianos, apoyarles, ayudarles, hace que crezca en todos un gusto por la vida que lleva también a no malgastar la vida propia, a no desperdiciar las energías. Es invertir más bien en humanidad y en solidaridad. Los ancianos reciben ayuda de quien, siendo más joven, les apoya y también les da mucho en afecto, amistad y sentido de la vida. Es una escuela de humanidad.
Siempre al lado de los pobres, de manera voluntaria y gratuita. ¿Quieres ayudarnos?