76 años después de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, el Día de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto –que se celebra el 27 de enero– es un recordatorio a las instituciones y a los ciudadanos para que estén más atentos al crecimiento del antisemitismo y del racismo, que a menudo van acompañados de acciones violentas y discriminatorias. Debe provocar preocupación y temor la mera afirmación, sobre todo en entornos juveniles, de movimientos nacionalistas, soberanistas y xenófobos en Europa.
Hay que promover, desde las escuelas y las universidades, la respuesta más eficaz al odio, que es la cultura y el conocimiento de la historia. Es urgente volver a poner en el centro del debate público el valor civil de estudiar el pasado. Las preguntas sobre el pasado nos abren a los desafíos del presente, leídos con la profundidad de la historia.
El recuerdo del Holocausto nos impulsa a trabajar junto a muchas personas para tejer la trama de una sociedad acogedora y abierta a la integración; para contrarrestar el cada vez más preocupante lenguaje del odio que circula por la web y que contagia a muchos; para establecer un nuevo pacto entre las generaciones que lleve a los jóvenes a recoger la herencia de los testimonios que van desapareciendo. Es lo que hace la Comunidad de Sant’Egidio a todos los niveles en el mundo juvenil, empezando por las Escuelas de la Paz, para fomentar una cultura del encuentro y del conocimiento y superar así toda forma de antisemitismo y de racismo.
La tragedia de la pandemia nos ha recordado el destino común de la humanidad, más allá de las diferencias nacionales, étnicas o religiosas que en el pasado, y también hoy, han explotado los empresarios del miedo. Por eso el recuerdo del abismo de Auschwitz y de los campos de exterminio no es algo solo del pasado.
El antisemitismo sigue siendo "un negro nubarrón sobre Europa", como afirmó la escritora Edith Bruck, superviviente de los campos nazis. Y seguir reflexionando sobre la historia del antisemitismo y del racismo ayuda a hacer frente de manera consciente a los desafíos de un mundo que cambia, con una mirada capaz de imaginar un mañana distinto, poniendo en el centro las aspiraciones y la dignidad de la única y gran familia humana.