El domingo 23 y el lunes 24 de febrero, en Yakarta, se celebró un congreso de todas las Comunidades de Sant’Egidio del sureste asiático (Indonesia, Filipinas y Timor Oriental), que se reunieron por primera vez en ocasión de la visita de Andrea Riccardi.
Fue un momento de alegría y de fiesta, como reflejaron el recibimiento de los niños, los cantos y los bailes a su llegada, pero también una ocasión para escuchar, reflexionar y debatir sobre el tema “Oración, pobres y paz. Una profecía de misericordia y de esperanza”, que hizo que miraran juntos el complejo panorama del extenso archipiélago que abraza los tres países y que reafirmaran su vocación de vivir juntos con personas de lenguas y etnias distintas.
“Nacisteis como hijos de un mundo de islas, pero no estáis destinados a vivir como islas”, dijo Andrea Riccardi, “porque sois hijos de una Comunidad que es madre de una familia en el mundo”.
Una familia en la que muchos son jóvenes: en Indonesia el 40% de la población tiene menos de 25 años; en Filipinas y Timor Oriental, el porcentaje es aún mayor. En este mundo “se enseña a los jóvenes a pensar en ellos y a centrarse en competir. Porque todo es competición: el trabajo, el dinero y la vida social. La ley es: ‘Piensa en ti’, y eso tiene consecuencias graves, como el aumento del aislamiento social, de los suicidios juveniles y el surgimiento de bandas violentas, muy extendidas sobre todo en Timor Oriental.
En este contexto, las Comunidades tienen la misión de “crear puentes de amistad para romper la soledad con las palabras y con los gestos” y hacer crecer la amistad con los pobres, porque “quien ayuda a un pobre cambia el mundo entero”.
El primer día del congreso terminó con la liturgia, presidida por el obispo de Padang, monseñor Vitus Rubyanto. El entusiasmo de los cantos y la oración común manifestaron la alegría del llamamiento a ser una gran familia en Asia.