"Durante la pandemia la Comunidad ha florecido." Son palabras de Isabel, una mujer de 80 años que forma parte del movimiento "Viva los ancianos" de Santiago de Cuba.
En esta hermosa ciudad, frente al mar, la segunda por número de habitantes, y situada en la zona suroriental de la isla, a unos 900 km de la capital, vive una Comunidad de Sant’Egidio.
La ciudad tuvo una fuerte influencia europea, sobre todo española, pero también francesa e italiana, que se reflejó en su cultura y su arquitectura.
Al mismo tiempo fue la puerta de acceso de los esclavos africanos que se destinaban a la cosecha de la caña de azúcar (por eso es la ciudad más "negra", es decir, con la mayor densidad de personas originarias del continente africano).
Allí Sant’Egidio ha puesto en marcha el programa "Viva los ancianos". En distintos barrios (Maceo, Chicharrones, Flores y Martí) los jóvenes de Sant’Egidio marcan la diferencia y dan esperanza de futuro. El programa cuenta con la colaboración de autoridades locales y académicas. La facultad de Medicina, por ejemplo, ha creado la cátedra "Viva los ancianos", que permite que los estudiantes hagan unas prácticas de seguimiento de más de 200 ancianos solos.
En el tiempo de la pandemia, y siempre respetando las restricciones y el toque de queda a las 13.00h, la Comunidad ha intensificado las actividades. Tampoco se han interrumpido en ningún momento la oración y los encuentros en pequeños grupos. Algunos jóvenes, gracias a la Comunidad, han conocido el Evangelio. Y también celebraron que algunos jóvenes, tras un itinerario de catequesis con la Comunidad, fueron bautizados por el padre Frederic Comalat, que fue expresamente desde La Habana.