Desde Afganistán, pasando por la isla de Lesbos, hasta la capital lombarda: un viaje largo y difícil que, gracias a los corredores humanitarios, ha encontrado un destino: un hogar, en el sur de Milán y sobre todo perspectiva y esperanza para empezar de nuevo.
Un grupo de cuarenta refugiados aterrizó el pasado 17 de mayo en el aeropuerto de Fiumicino. Entre estos, una familia de una madre con tres hijos, que había estado atrapada en Lesbos durante dos años y vivió el dramático momento del gran incendio de septiembre de 2020, que acabó con el campamento de refugiados de Moria destruido.
Comenzar de nuevo hoy también significa la posibilidad, para los tres chicos, de ir a la escuela. Noticia particularmente importante considerando el atentado reciente que en Kabul, Afganistán, afectó a una escuela del distrito de Hazara, provocando 55 víctimas, en su mayoría estudiantes mujeres.
La historia de esta familia demuestra cómo, gracias a los Corredores Humanitarios, es posible dar una nueva vida lejos de la guerra, del terrorismo y la violencia. A ellos y también a las más de 3.500 personas que desde febrero de 2016 hasta hoy, han podido llegar de forma segura en Italia, Francia, Bélgica y Andorra, salvándose de los traficantes de personas.
Una nueva vida, “a new life”, como exclamó emocionada una de las tres niñas al llegar a la Estación Central de Milán.