El valor de los corredores humanitarios: una vía de acogida e integración

Desde que se crearon en 2015, los corredores humanitarios han permitido que varios miles de refugiados lleguen de manera segura. Todos ellos han tenido un seguimiento en su proceso de integración y se les ha ofrecido, sobre todo a los jóvenes, una nueva perspectiva de futuro.

La idea de los corredores humanitarios nació tras el naufragio de Lampedusa del 3 de octubre de 2013, cuando murieron 368 personas y desaparecieron 20 más. Aquella tragedia hizo ver la necesidad de encontrar vías alternativas, seguras y legales para la inmigración, alternativas a los traficantes de personas, al viaje por el desierto y a las pateras. Gracias, entre otros, al trabajo de algunos juristas expertos en derecho europeo y de inmigración, se creó el proyecto piloto de los corredores humanitarios, fruto de un Protocolo de acuerdo entre la Comunidad de Sant’Egidio, la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia, la Mesa Valdense, la CEI-Cáritas y el gobierno italiano, totalmente autofinanciado.  El libro de Roberto Morozzo della Rocca,  “Corridoi umanitari. Una risposta a una crisi planetaria” (ed. San Paolo) describe exhaustivamente el nacimiento de los corredores humanitarios. Desde febrero de 2016 hasta hoy han llegado 7831 personas, entre las que hay sirios que huyen de la guerra, refugiados del cuerno de Áfica, de Grecia, de Afganistán y de Gaza. Además de Italia, también Francia, Bélgica y Andorra han acogido a grupos de refugiados. Más información.

Cuando llegan a Italia, los refugiados son alojados en centros o en casas, aprenden italiano, los niños son matriculados a la escuela, y se les ayuda a encontrar un trabajo. Se hace un seguimiento paso a paso de los refugiados para ayudarles en su camino de integración.

Su llegada y su integración son un “gesto de paz”, como declaró el Presidente de la Comunidad Marco Impagliazzo a la llegada de algunos refugiados provenientes del Líbano, una integración positiva que enriquece a Italia. La enriquece especialmente de jóvenes, que huyen de la guerra y de la pobreza en busca de un futuro mejor, y que sin una alternativa segura como la de los corredores humanitarios, terminarían en manos de traficantes de personas o de grupos terroristas. Italia y Europa les aseguran un futuro, y los jóvenes refugiados dan a la sociedad sus conocimientos y sus energías.

Si se ofrece a los jóvenes refugiados una vía segura para su futuro, a los jóvenes italianos se les muestra una propuesta nueva para mirar el fenómeno de la migración. A cada llegada de un grupo de refugiados con los corredores humanitarios hay un grupo de jóvenes de la Comunidad que juega con los niños, les dan algo que comer y flores, y que escucha sus historias, entrando así en contacto directo con los efectos de la guerra. Entre los jóvenes que llegan y los jóvenes que acogen se establece una estrecha relación de amistad que favorece el proceso de integración, y que contribuye a crear un sentimiento de hermandad universal.