L. se pone bien el cuello de la americana de las ocasiones especiales y para darse ánimo toma a M. de la mano. Juntas pasan por la puerta de la nueva casa y la tensión se transforma en una sonrisa asombrada. "Kam shpetuar", dice M.: "estoy a salvo". L. y M. son dos de las ocho mujeres que, desde el sábado 2 de noviembre, viven en la nueva casa familia para personas enfermas mentales de Kavajë, en Albania, que ha construido la Comunidad de Sant’Egidio y el Ministerio de Sanidad albanés, según un acuerdo firmado el pasado mes de marzo.
Los residentes provienen del hospital psiquiátrico Sakik Dinçi de Elbasan, el manicomio más grande de los Balcanes, que alberga a más de trescientos pacientes que en muchos casos viven en condiciones de abandono y de gran soledad. L. tiene sesenta y cinco años y no tiene parientes. Desde que nació vivió en un orfanato y al llegar a la mayoría de edad, en el manicomio. Es la primera vez que, siendo adulta, entra en una casa que es realmente "suya". Así, junto a las demás mujeres vuelve a hacer aquellos gestos del día a día: cocinar, poner la mesa, ir a hacer la compra o disfrutar de una larga ducha caliente.
Tras las "Casas rojas" de Tirana, la de Kavajë es la tercera casa de Sant’Egidio para dar una casa y dignidad a mujeres y hombres encerrados en hospitales psiquiátricos. Son el fruto de la amistad fiel, de muchos años con los enfermos psiquiátricos, en la que ha habido visitas, fiestas de Navidad, talleres veraniegos y actos solidarios. Pero también es el primer paso de un camino para acompañar a Albania en el recorrido que inició para dejar atrás las instituciones de contención de los enfermos psiquiátricos.