El hallazgo de 39 personas, entre las que había un adolescente, muertas de inanición en un camión en Gran Bretaña, provoca una gran conmoción. Aunque todavía no se conoce la nacionalidad de las víctimas, todo hace pensar que se trata de una nueva tragedia de la inmigración, inaceptable para la Europa de los derechos humanos.
La Comunidad de Sant’Egidio hace un llamamiento a las instituciones y a los países europeos para que adopten cuanto antes las medidas necesarias para frenar el triste contador de muertos en los viajes de la esperanza, en este caso por tierra, probablemente a través de la ruta balcánica, o bien por el mar Mediterráneo, como sucedió hace unos días ante las costas de Lampedusa.
Algunas medidas se pueden y se deben tomar con carácter urgente. La primera es la reapertura de las llegadas regulares por motivos laborales, teniendo en cuenta la fuerte demanda existente de mano de obra en varios sectores de la economía europea y en los servicios a las personas, empezando por los países más afectados por el descenso demográfico. En segundo lugar, para los que huyen de las guerras, hay que incentivar los corredores humanitarios, según el modelo felizmente probado desde febrero de 2016 por Sant’Egidio junto a las Iglesias Protestantes y la CEI, y también hay que replantear los reasentamientos en Europa. Por último creemos que es necesario apostar por una consistente y renovada cooperación con los países de origen de la inmigración para dar a los jóvenes un futuro allí donde viven, sin que tengan que confiar su destino a los traficantes de personas.
Los países europeos deben tomar urgentemente las medidas necesarias para evitar nuevas víctimas inocentes