Andrea Riccardi ha visitado en los últimos días las Comunidades de Sant'Egidio de Burundi. Esta primera visita suya al país fue recibida con gran entusiasmo: más de mil jóvenes provenientes de todos los rincones de Burundi junto a una delegación de la Comunidad de Uvira (ciudad congoleña a pocos kilómetros de Bujumbura) acudieron al encuentro.
En la gran asamblea de jóvenes que se han reunido en Bujumbura, Andrea Riccardi destacó que la Comunidad de Burundi está llamada a invertir un talento en el que están escritas las palabras Oración, Pobres y Paz. Buscar nuevas vías para dar una respuesta al dolor de los pobres, y no renunciar nunca a luchar y a tener esperanza para hacer más humanas las ciudades y los pueblos, son los desafíos con los que las comunidades burundesas están llamadas a medirse.
La visita también sirvió para conocer a los pobres que comparten la vida de la comunidad: en el hospicio Sainte Elizabeth, donde la Comunidad está presente desde 2009, se reunieron ancianos a los que la Comunidad ayuda con su servicio (más de 500 en la ciudad de Bujumbura).
Sant’Egidio nació en Burundi en un momento en el que el país estaba destruido por la guerra civil. En Kinama, en la periferia de la capital, la Escuela de la Paz empezó cuando el barrio todavía sufría bombardeos. La Comunidad nunca ha dejado de buscar la paz para el país y hoy la Escuela de la Paz es una señal visible de este sueño que se hace realidad. Muchos de los jóvenes lo explicaron en el encuentro con Andrea Riccardi. Uno de ellos, B., que hoy tiene quince años y cuando era pequeño se veía obligado a mendigar a causa de la pobreza de su familia, explicó la rabia y el sentimiento de rabia en el que crecía. Luego conoció la Comunidad, la Escuela de la Paz y la escolarización en el colegio público que tanto había deseado. "No tenía historia –dijo–, pero hoy, con la Comunidad soy un joven que tiene una historia. Sueño en ser médico para curar a los ancianos".