Toda guerra es un drama humanitario. Hoy la guerra de Ucrania también lo es, y más si cabe por la potencia del armamento que se ha utilizado. Un año de guerra ha provocado víctimas, destrucciones, heridos, refugiados en el extranjero y refugiados internos, en cantidades desmesuradas. Los costes humanos de la guerra son ingentes, y están destinados a crecer por la evolución de las acciones bélicas. No siempre centran la atención mediática y, por tanto, de la opinión pública. De hecho, centrarse en las consideraciones sobre estrategia militar y acostumbrarse a las imágenes de destrucción que llegan de Ucrania pueden llevar a pasar por alto las condiciones de vida reales que la violencia de la guerra impone a mujeres, niños, ancianos y enfermos.
No hay más que pensar que 5 millones de ucranianos han perdido su casa y 2,4 millones viven en casas afectadas por los bombardeos. A finales de enero había 1206 centros sanitarios afectados y 170 totalmente destruidos: hospitales, ambulatorios, centros sanitarios que no podían funcionar o podían hacerlo solo en parte.
Sobre una población de 43,3 millones, 8 millones son refugiados en el extranjero y 5,4 millones son desplazados internos. Casi una tercera parte de la población. De los que se han quedado en el país, la mitad necesitará asistencia humanitaria durante 2023 para hacer frente a las necesidades básicas.
Pedimos que se encuentren vías de paz sin apartar los ojos del drama de la población civil. La ayuda humanitaria es, pues, una exigencia prioritaria e inderogale.
Guerra y empobrecimiento
Ucrania ha experimentado un empobrecimiento general desde 2014, tras el inicio de la guerra en la región del Donbass. En 2021, según datos del Banco Mundial, era el país más pobre de Europa, con un PIB per cápita de 4.836 USD. Tras el 24 de febrero de 2022, toda la población ucraniana ha sufrido un proceso de ulterior empobrecimiento a causa de la guerra. 20 millones de ucranianos han perdido su fuente de ingresos y 16 millones se han quedado sin empleo (datos del IOM). A finales de 2022 había 11,1 millones de personas en situación de necesidad alimentaria.
Según la Organización Mundial de la Salud, unos 9,6 millones de ucranianos corren peligro de sufrir problemas mentales a causa de la guerra.
En este contexto de sufrimiento y de empobrecimiento general es especialmente dolorosa la situación de los menores. A finales de 2022 se habían registrado 249 niños asesinados y 808 heridos. Para muchos menores el trauma de la guerra es profundo. Según datos de World Vision International, la salud mental de 1,5 millones de niños está en peligro. Al horror de la guerra se le suman los problemas del sistema educativo. 3098 centros de formación han sido alcanzados por bombardeos, y 438 de ellos han quedado totalmente destruidos.
Un año de solidaridad
Ucrania necesita paz. Y la solidaridad es uno de los rostros de la paz también –y sobre todo– cuando alrededor todo habla de guerra.
Sant'Egidio ha estado en todo momento al lado de la población ucraniana durante estos doce meses y por eso se ha podido formar una imagen detallada del sufrimiento y de la situación de la sociedad ucraniana, especialmente de los más vulnerables. La presencia de las comunidades ucranianas que, aunque sufren también el mismo sufrimiento y los problemas de toda la población, no han renunciado a ejercer con valentía el arte de la solidaridad, ha permitido crear una notable red de ayuda humanitaria para repartir ayuda por todo el territorio, incluso en las zonas más afectadas por los bombardeos.
En estos 12 meses, la Comunidad ha enviado a Ucrania 1018,5 toneladas de ayuda humanitaria por valor de 14,8 millones de euros. Hemos abierto 4 centros de distribución de ayuda humanitaria a refugiados internos, en Leópolis, Ivano-Frankivsk y en dos barrios de Kiev. En los cuatro centros cada mes se reparten unos 9000 paquetes de alimentos.
En total se han distribuido 62.402 paquetes de alimentos y se ha ayudado a 15.046 familias.
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