Son 50 niños, mayoritariamente ucranianos, aunque también hay afganos, chechenos e iraquíes. Hacen la Escuela de Verano que la primera mitad del mes de agosto se hizo ya en Varsovia con la ayuda de un grupo de la Comunidad de Sant’Egidio de Livorno. Cada mañana, clases de polaco, taller de dibujo y teatro, y también deportes y excursiones por el bosque. Pero lo más importante es que son una oportunidad de transcurrir algunos días en un clima de tranquilidad y amistad.
Los niños ucranianos provienen de Járkov, Kiev, Jersón, Mariupol, Zaporiyia y Kramatorsk (ciudades que estos meses se han visto gravemente afectadas por la guerra) y sufren enormemente: están lejos de sus padres y de sus hermanos mayores, que se han tenido que quedar en Ucrania; no saben cuál será su futuro; no han ido a la escuela durante seis meses, gran parte de los cuales han estado en centros de acogida. Los días de la Escuela de Verano han recuperado tranquilidad y alegría. "Han empezado a sonreír –explican en Facebook los organizadores–, sonrisas que significan mucho. Porque estos niños realmente han sufrido mucho: han perdido su casa, han pasado semanas en sótanos y almacenes, y a su alrededor no han visto más que violencia y destrucción. Y a su edad, ya dicen que no tienen miedo de nada".
Vania, de 12 años, de Mariupol, nos preguntó: "¿Por qué se llama 'Escuela de la Paz', si ahora todos luchan?". "A la escuela se va a aprender cosas nuevas. Y ahora todos tenemos que aprender a volver a vivir en paz". La respuesta de los jóvenes polacos de Sant’Egidio suena también como un compromiso.