El sábado 6 de agosto, en el jardín de la Casa de las Hijas de la Caridad de París, se celebró el «Verano de Solidaridad». Las familias de refugiados ucranianos, una treintena de mujeres y niños, acogidos allí durante varios meses por iniciativa de la Comunidad, con el apoyo de las hermanas y la Fundación Notre-Dame, prepararon dulces para agradecerles la hospitalidad recibida.
Unos días antes de la Jornada Mundial de los Abuelos y los Ancianos, impulsada por el papa Francisco, también estuvieron presentes muchos ancianos de diferentes barrios de París y Charenton y de residencias de ancianos: un centenar de personas en total, que compartieron una tarde de celebración con canciones, comida y reflexiones.
Fue especialmente conmovedor el testimonio de sor Julie, quien habló en nombre de sor Françoise Petit, superiora de la congregación, y de todas las hermanas: «Desde el principio, la idea de acogeros nos ha traído mucha alegría. Todas las hermanas están realmente contentas de que os podáis unir a nosotras. Escuchar a los niños jugar, compartir paseos por el jardín, oír vuestros saludos mientras aprendéis francés, teneros con nosotras durante la oración: agradecemos la experiencia de estos últimos meses y el trabajo de nuestros amigos de Sant'Egidio».
Valérie Régnier, de la Comunidad de Sant'Egidio de Francia, recordó que ser solidarios con las familias de refugiados «es nuestra forma de decir no a la guerra y sobre todo de construir la paz, es decir, una casa común. Es un sueño que tenemos: no más guerras, no más violencia, menos sufrimiento para quienes tienen que huir de la guerra».