A principios de agosto, los Jóvenes por la Paz de Sant’Egidio de Hungría organizaron unas vacaciones en el lago Balatón para madres y niños ucranianos que se refugiaron en Hungría huyendo de la guerra. También participaron en las vacaciones algunas personas que han vuelto a Dnipró, en Ucrania oriental, pero que volvieron para ir a estas vacaciones. Los niños estuvieron en una casa de la diócesis de Szombathely, mientras que las madres estuvieron en unos apartamentos que alquiló la Comunidad.
Para los que habían vuelto a Ucrania, reencontrarse con los amigos emocionó a madres y a niños. Llevan consigo dolor y miedo. Se ve cuando termina el día y los niños, asustados, preguntan a sus madres: “¿Habrá alarmas aquí también?”. La noche les da miedo porque a menudo se despiertan por las sirenas y los ataques aéreos y tienen que refugiarse en lugares sin ventanas, donde están más seguros durante los ataques.
Como les costaba dormir, los Jóvenes por la Paz organizaron un partido de fútbol nocturno para los niños más grandes. Utilizaron los móviles para iluminar el balón y las porterías. Leyeron historias a los niños más pequeños. Algunos necesitaron una “anestesia” especial de mimos. Los niños estuvieron muy felices. Aprovecharon todos los momentos para jugar y divertirse. Los estudiantes húngaros les organizaron muchas actividades. Empezaban el día con despertador musical y gimnasia. Luego talleres de artesanía: teñir camisetas, fabricar abalorios y pulseras, construir aviones y pintar. Y muchos juegos en la playa.
Al atardecer del último día todos rezaron por la paz. Estas vacaciones han sido muy importantes tanto para los que volvieron de zonas de guerra como para los niños refugiados que van a colegios húngaros pero tienen muchos problemas por aprender el idioma y comunicarse. Estos días que compartieron con compatriotas suyos no tuvieron que lidiar con las barreras lingüísticas y se sintieron en casa. Hace dos años que viven como extranjeros en Hungría.
En el momento de despedirse, una de las madres que se disponía a volver a la zona de guerra dijo emocionada lo importante que había sido aquella semana. También fue un momento precioso para los jóvenes húngaros: “Hemos aprendido mucho de los niños. La rabia nunca les dura mucho tiempo. Si surgen altercados hacen las paces en seguida. Sería precioso que la reconciliación entre adultos y entre países fuera así de fácil”.