Han pasado 15 años desde que mataron a Floribert Bwana Chui en Goma. Su cuerpo fue encontrado exactamente el 8 de julio de 2007, brutalmente asesinado y torturado, de una manera que sugiere que debería ser una advertencia para otras personas que pudieran seguir su ejemplo.
¿Cuál fue su culpa? Floribert, un joven de la Comunidad de Sant'Egidio de Goma, trabajaba como «comisario de mercancías deterioradas» en la Oficina de Control Congoleña, la agencia de aduanas que verifica la calidad de las mercancías que pasan por la frontera. Se sabía que en los meses anteriores había destruido, de conformidad con la ley, algunas partidas de arroz caducado. Y había confesado que había recibido varias ofertas de dinero, que rechazó, para dejar pasar aquellos productos caducados cuyo consumo habría sido perjudicial para la población. Esta firme oposición a aquel intento de corrupción propició el contexto de su muerte.
Como dijo una vez el papa Francisco: «La corrupción degrada la dignidad de la persona y destruye todos los ideales buenos y hermosos. Toda la sociedad está llamada a trabajar de manera concreta para luchar contra el cáncer de la corrupción que, con la ilusión de obtener ganancias rápidas y fáciles, en realidad empobrece a todos». Floribert renunció a una ganancia fácil para mantenerse fiel al Evangelio que había compartido y vivió junto a los hermanos y hermanas de la Comunidad de Sant'Egidio de Goma, junto a los niños de la calle con los que había empezado una Escuela de la Paz.
Le confesó a una monja amiga suya que, como cristiano, no podía aceptar poner en peligro la vida de tanta gente. Y añadió: «¿Vivo en Cristo o no? ¿Vivo para Cristo o no? Por eso no puedo aceptarlo. Es mejor morir antes que aceptar ese dinero'.
Estos días, la Comunidad de Goma celebra el decimoquinto aniversario de la muerte de Floribert, ya proclamado «Siervo de Dios» tras la fase diocesana del proceso de beatificación, que empezó en marzo de 2015. La Congregación para las Causas de los Santos emitió el decreto de validez legal de las Hechos y, mientras tanto, procedió a su publicación, el 8 de abril. Es una etapa importante en el proceso hacia el reconocimiento del martirio de este hermano nuestro.
Su decisión de oponerse a la corrupción que le propusieron fue el fruto de una vida anclada en el Evangelio vivido junto a los pobres y los niños. Hoy, pues, Floribert ya es un modelo que se propone por su integridad moral: no hay más que pensar que en Goma a quienes no aceptan la corrupción, a quienes se comportan honestamente en la frontera, se les apoda «Bwana Chui».
El papa Francisco ha planteado el tema de la corrupción muchas veces como un problema global para la economía y la política, especialmente en los países en desarrollo: entre los 20 países que encabezan el índice de percepción de la corrupción global, 10 son africanos y todos viven situaciones de conflicto (Índice de percepción de la corrupción - Transparency International Italia). Hoy, en este contexto, en el que aún se viven tensiones entre diferentes grupos étnicos en el este del Congo y donde la frontera de Goma, lugar en el que los intereses económicos y comerciales se entrelazan con los conflictos regionales, ha vuelto a ser un lugar de enfrentamientos, la figura y la historia de Floribert es el testimonio de una respuesta cristiana a este flagelo mundial que nos habla de paz.