EMERGENCIAS

En Goma, a pesar de la guerra, la Comunidad resiste con la oración y estando al lado de los pobres, gracias al recuerdo de Floribert

Desde el pasado 26 de enero el conflicto de la región del Kivu (en la República Democrática del Congo) ha experimentado una rápida aceleración, con el avance de los rebeldes del grupo M23, que han ocupado Goma. Tras dos días de enfrentamientos, la ciudad ha pasado a manos del grupo armado, que ha instaurado una nueva administración. Por desgracia la guerra ha provocado muchas víctimas. Se habla de unos 3000 muertos.

El domingo 9 de febrero, la Comunidad de Sant’Egidio de Goma logró reunirse para hacer una oración de acción de gracias por el aniversario de la Comunidad de Sant’Egidio, en comunión con la Comunidad de Roma. La ocasión sirvió también para dar gracias por la fuerza que es la oración común, que protege la vida en los momentos difíciles.

La escuela Floribert Bwana Chui, situada en el campo de refugiados de Mugunga, suspendió momentáneamente las clases. Ya los primeros días de enfrentamientos cayeron algunas bombas cerca de la escuela y las maestras decidieron mandar a casa a los niños. Ahora la situación es más tranquila pero todavía no han reanudado las clases porque esperan que haya unas mínimas condiciones de seguridad para todos. Por suerte la escuela no ha sido escenario de combates y las aulas y las instalaciones están en perfecto estado, gracias al trabajo de los conserjes y de los padres de los niños, que la han protegido de las incursiones que han sufrido otros lugares de la ciudad.

En este clima de incertidumbre y de violencia los más pobres son especialmente vulnerables. Actualmente escasean los alimentos, faltan medicamentos y las personas ancianas lo pasan especialmente mal. Uno de los episodios más trágicos fue la muerte violenta de varias mujeres detenidas en la cárcel de Muzenze, donde la Comunidad había organizado la comida de Navidad. Los niños de la calle también han sufrido y, por desgracia, seis de ellos murieron a causa de enfrentamientos armados. Uno de los problemas que hay son el gran número de armas abandonadas por las tropas gubernamentales y que ahora están en manos de grupos espontáneos y de bandas que sobre todo cometen atracos por la noche.

Los violentos enfrentamientos de las últimas semanas han agravado y deteriorado la vida de la población, que ya lleva años de tensión y de violencia a sus espaldas. Hay más de 350.000 desplazados, la situación humanitaria se ha deteriorado aún más y los hospitales de la ciudad están llenos de heridos. En este escenario la Comunidad prosigue su actividad y estos días ha podido poner a salvo a un grupo de siete niñas de la calle en una casa gestionada por la asociación Mama Sofia.

Goma es también la ciudad de Floribert, funcionario de la aduana de la frontera con Ruanda, que no quiso ceder a la corrupción y fue asesinado por ello. Decía que la Comunidad tiene un carisma precioso para esta tierra: “hacer que todos los pueblos se sienten a la misma mesa”. Su historia es un ejemplo de esperanza y de resistencia. “Se había rebelado a una de las reglas no escritas del país, la idea resignada que dice: ‘no creas que vas a ser tú, quien endereza el Congo’”, ha escrito Andrea Riccardi. Su recuerdo es un mensaje para los jóvenes congoleños y africanos, una fuerza débil que resiste al mal. El papa Francisco reconoció hace poco su martirio y Floribert será beatificado.
Tras la toma de Goma los enfrentamientos se han extendido al sur del Kivu y han llegado también a la ciudad de Bukavu. La Comunidad apoya todas las iniciativas de diálogo para que callen las armas y las personas puedan volver a vivir juntas.