"No he salido de esta sala en dos años". Más fuerte que la amargura, que las terapias, más fuerte que la resignación, la alegría estalló en las fiestas que animaron el Año Nuevo y la Epifanía de los más de trescientos -mujeres y hombres- ingresados en el hospital psiquiátrico Sadik Dinci de Elbasan, Albania.
En los primeros días de 2022, dos grupos de las Comunidades de Roma y Génova se reunieron con un estricto protocolo de seguridad para todos los hospitalizados: para cada uno música, bebidas, dulces y un obsequio individual. Muchos de ellos no salían de la "godina", la sala, desde febrero de 2020 e incluso los que reciben visitas de familiares -muy pocos- han sido autorizados a comunicarse únicamente a través de las rejas de las ventanas.
Y así, paradójicamente, en el patio de una prisión, estalló una fiesta liberadora, que habla de amistad y memoria fiel. En esos mismos días, la Comunidad visitó, gracias también a la ayuda de los Jóvenes por la Paz de Tirana, a los ancianos de la residencia "Madre Teresa" en la capital albanesa, a los discapacitados de Shenkoll, en el norte del país, y a los amigos de las tres casas-familia en Tirana y Kavaje. Lili Beja, que nunca había tenido una casa antes de ser dada de alta del hospital gracias a la Comunidad, tomó de la mano a Francesca (ella que casi nunca habla) y le dedicó un poema muy dulce: "estas son fiestas familiares -susurró tímidamente- y vosotros sois mi familia".