Una nueva oración interconfesional por la paz, en el Espíritu de Asís, según el modelo de la que se celebró en Madrid el pasado septiembre con el fuerte mensaje –en un tiempo de muros y contraposiciones– de una "Paz sin fronteras". Esta vez en un campo de refugiados, en el centro de África, en Mtendeli (Tanzania), a pocos kilómetros de la frontera con Burundi.
Allí la Comunidad de Sant’Egidio, formada mayoritariamente por refugiados burundeses, trabaja desde hace tiempo para paliar las necesidades de ancianos solos, así como con un trabajo de alfabetización de los numerosos niños que viven en el campo. Mtendeli es una pequeña ciudad, con más de 20.000 personas, una extensión de barracas "ricas" con lo poco con lo que cada refugiado logró huir de su país.
Allí el sueño de una paz sin fronteras es más fuerte y vehemente que en ningún otro lugar. Es lo que todos desean. Es la esperanza de una convivencia fraterna que vaya más allá de indiferencias, de nacionalidades, de etnias y de religiones.
Por eso las numerosas confesiones cristianas que hay en el campo –católicos, luteranos, anglicanos, pentecostales, etc.– recibieron con gran alegría la propuesta de Sant’Egidio de reunirse para rezar, el sábado pasado, 9 de noviembre, y encender el candelabro de la paz, compromiso para un tiempo mejor, imagen de un futuro más amigo de quien ha sufrido miedo, huida y exilio.