Tenía 17 años cuando su padre murió a pocas millas de Lampedusa en la catástrofe del barco hundido el 3 de octubre de 2013, provocando 368 muertos y 20 dispersos. Feven, refugiada eritrea en Etiopia, seis años más tarde encontró de nuevo el coraje y se fue camino de Sudán para hacer ese mismo viaje. Y posiblemente el mismo final. Pero Tades, amigo de su padre y único superviviente de ese barco porque fue salvado al ser pescado con un cinturón por un marinero, le cambió el destino.
Él la “llamó cada día”, estaba dispuesto a detenerla y hacer que volviese atrás. Le permitió conocer la realidad de los corredores humanitarios de la Comunidad de Sant’Egidio. Y hace pocos días la pudo abrazar a Fiumicino donde la chica llegó con un vuelo de línea de la operadora Ethiopian Airlines, proveniente de Addis Abeba, junto a otros 50 prófugos del Cuerno de África que estaban refugiados en Etiopia desde hacía tiempo.
Los ojos grandes, una sonrisa bien dulce, Feven cuando llegó a Italia explicó: “Estaba en el campo de refugiados y había decidido irme hacia Italia, algunos familiares me habían pagado el viaje hacia Sudán. Después me llamó Tades. Al inicio no lo creí. Y quise llegar igualmente a Libia para subirme a un barco. Pero al final me convenció”. (Continua leyendo en el Corriere della Sera)