Una multitud de amigos y de pobres decidió festejar juntos en la Iglesia de Saint-Germain-des-Prés el 51 aniversario de la Comunidad de Sant’Egidio en París. Se hizo una celebración eucarística presidida por el obispo Benoist de Sinety, vicario general de la diócesis de Paris.
“Es una fiesta para todos”, declaró Valérie Régnier, responsable de la Comunidad de Sant’Egidio en Francia, que particularmente saludó y agradeció a los amigos ancianos de varias casas de reposo de Paris y Charenton que vinieron junto a Jóvenes por la Paz, aunque también saludó a los amigos de la calle y diversas familias de refugiados provenientes de Siria e Iraq que han llegado a Francia en los últimos años gracias a los corredores humanitarios. Algunos de ellos, que fueron acogidos desde el inicio por diferentes regiones de Francia, aprovecharon la ocasión para ir a Paris a y festejar la celebración. También vino el padre Jacques Mourad y varios representantes ecuménicos.
En sus palabras de salutación, Valérie Régnier recordó lo que significa ser una comunidad en un mundo “paradoxal”, cada vez más urbanizado pero con más personas cada vez mas solas. “Ser comunidad es encontrar una fuerza y reencontrar un “nosotros” a partir de los talentos de cada uno, para no dejar a nadie fuera y estar al servicio de todos, aún con nuestras imperfecciones. Sobretodo hay que cuidar de los más pobres, que son la piedra angular de nuestra casa”.
La fiesta siguió en los jardines del palacio de la Abadía, con muchos amigos, y con la presencia afectuosa de Roseline, la hermana del padre Jacques Hamel y la de Dominique Versini, segundo alcalde de Paris, responsable de la política de solidaridad, para los refugiados y la lucha contra la exclusión, que de hecho ya vino al encuentro internacional “Bridges of Peace” de 2018.