El curso escolar acaba de terminar para Dana y para los demás niños de la escuela "Lakay Mwen" de Port-au-Prince de Haití que reciben la ayuda del programa de Apadrinamientos de la Comunidad de Sant’Egidio.
El país está saliendo lentamente de un periodo de incertidumbre política, que terminó con la elección de un nuevo presidente el pasado noviembre. No obstante, la situación sigue siendo difícil y muchas familias viven por debajo del umbral de pobreza. La pobreza difusa afecta sobre todo a los niños, que en muchos casos no pueden ir a la escuela.
Dana tiene 12 años, vive con su familia en la periferia de la ciudad en una barraca de planchas.
Antes del terrible terremoto que asoló la isla en 2010 tenían una casita de obra que todavía no han podido reconstruir.
Desde pequeña la niña va al colegio privado "Lakay Mwen", que recibe la ayuda del programa de Apadrinamientos de la Comunidad de Sant’Egidio y en la que hay unos 2000 niños matriculados: 1200 en primaria y 800 en secundaria.
Además de estudiar, en la escuela los niños pueden comer y practicar deporte en instalaciones bien equipadas. Dana, que también ha hecho cursos de informática y de costura, a lo largo de estos años ha aumentado sus ganas de estudiar y en el último curso ha obtenido notas muy altas, sobre todo en francés y geografía, sus asignaturas preferidas.
La historia de Dana es una esperanza concreta de rescate y de futuro para la generación de los más pequeños de Haití.
A la izquierda, Dana cuando tenía 5 años y empezó la escuela; a la derecha, Dana hoy