Del perfil de Facebook Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad de Sant'Egidio.
"El viaje del papa Francisco a Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos, primero de la historia de la Iglesia de un papa a la península arábiga) se ha caracterizado por dos abrazos y por dos firmas. El abrazo de paz con el gran imán de Al Azhar, y por tanto con el mundo musulmán suní, que sella un camino de encuentros del que soy testigo con la Comunidad de Sant’Egidio en el "espíritu de Asís". Es un abrazo que ha llevado a la primera de las dos firmas, la de un documento conjunto entre la Iglesia católica y la Universidad de Al-Azhar (el lugar cultural y religioso más importante del islam suní) sobre la hermandad humana por la paz en el mundo y la convivencia común. Se declaran hermanos con todas las implicaciones positivas que comporta dicho apelativo. Son testigos del abrazo y de la firma los líderes de las grandes religiones ms la consecución del sueño de Juan Pablo II: las religiones rezan por la paz y las unas por las otras. Ya no unos contra otros.
El Papa, en su discurso, dijo:
"A las religiones les corresponde en esta delicada situación histórica, una tarea que ya no puede posponerse: contribuir activamente a la desmilitarización del corazón del hombre. La carrera armamentística, la extensión de sus zonas de influencia, las políticas agresivas en detrimento de lo demás nunca traerán estabilidad. La guerra no sabe crear nada más que miseria, las armas nada más que muerte.
La fraternidad humana nos exige, como representantes de las religiones, el deber de desterrar todos los matices de aprobación de la palabra guerra. Devolvámosla a su miserable crudeza."
El papa ha puesto la segunda firma, junto a Al Tayyb y a los dos soberanos emiratíes, en la primera piedra de una nueva iglesia dedicada a san Francisco, regalo de los Emiratos al papa y a los católicos que viven allí. El segundo abrazo de este viaje es para ellos. Miles y miles de católicos, inmigrantes de Asia y de África, que buscan un futuro en aquella tierra gracias, entre otros, a la ayuda de sus familias, que a menudo se han quedado en sus países. También aquí el papa ha abrazado una periferia humana y existencial feliz de poder recibir la palabra y el abrazo de un padre. Oriente Medio no es tierra de emigración de cristianos sino también de inmigración. El sueño es que estas personas encuentren aquí además de la acogida, un camino de integración. Soy testigo alegre con toda la Comunidad de Sant’Egidio de estos abrazos y de estas firmas."