Con Palabras sobre María Madre de la misericordia y el relato de los ancianos Simeón y Ana que en el templo, acogieron en sus brazos a Jesús y glorificaron a Dios, se abrió la peregrinación en el Año de la Misericordia, con los ancianos y ancianas de la Comunidad de Sant’Egidio de El Salvador. Los cantos a Maria, con gran devoción acompañaron el corto recorrido de la plaza hasta llegar a la Puerta Santa; y recibir perdón y misericordia de Dios. Momentos de emoción y plegaria llenaron el corazón de todos los participantes, ya que es el lugar donde el Beato Oscar Romero fue martirizado. Más de 350 participaron a este jubileo, ancianos provenientes de Institutos, dormitorios públicos, campesinos, ancianos que viven en los barrios de la periferia de San Salvador, como una gran familia junto a jóvenes y adultos de la comunidad. Luego de pasar por la Puerta Santa los ancianos depositaron una flor en signo de gratitud al Beato Romero, por su testimonio de amor.
La liturgia fue celebrada en la capilla del Hospitalito la Divina Providencia por Mons. Léon Kalenga Badikebele, Nuncio Apostólico de su Santidad en El Salvador, quien agradeció a la Comunidad de Sant’Egidio, por propiciar esta jornada jubilar junto con los ancianos, gran oportunidad para todos de encontrar la misericordia de Dios, resalto la importancia de lugar santo donde se celebraba la liturgia, lugar memoria del Beato Romero signo de alegría para el pueblo y también conversión. Tuvo palabras de afecto y de cariño hacia los ancianos, así como el mismo Papa Francisco continuamente se refiere con cariño, esperanza y cercanía a ellos. Significativa la presencia de muchos jóvenes y adultos de la comunidad a quienes Mons. Kalenga agradeció por esta dedicación y animó a continuar en este camino, no olvidándose de los ancianos. Para los participantes fue una jornada inolvidable, espiritual, que renueva la alianza entre un pueblo de humildes y pobres. Al final se compartió la mesa en la casa de la comunidad como una navidad que no termina, pues Jesús y su gran misericordia se queda en el corazón de cada uno y de la comunidad entera.