En África sufrimos muchísimo. Nosotros tenemos problemas y no se respetan los derechos de los niños, sufrimos la guerra, la enfermedad, la falta de comida…"
Esto es lo que escribieron, en agosto de 1999, Yaguine y Fodé, dos chicos guineanos que murieron en el tren de fuselaje de un avión de línea directa a Bruselas, en el vano intento de entregar esta carta con sus manos "a los señores responsables de Europa". Un grito de ayuda que es el símbolo de la condición de los niños y los adolescentes del continente más joven estadísticamente, pero también es el continente en el que la desnutrición, el analfabetismo y la mortalidad infantil alcanzan cifras inquietantes.
El esfuerzo de la Comunidad de San Egidio, en África, es promover una tupida red de escuelas de la paz (las "escolas da paz" en Mozambique, las "écoles populaires" en el África francófona) que reúnen hoy a más de 4.000 niños y adolescentes.
Son niños y chicos obligados a crecer deprisa, a trabajar para ayudar a la familia, con una escuela que no les garantiza la enseñanza, entre clases abarrotadas y libros demasiado caros. Niños y adolescentes poco nutridos y mal vestidos, cuya salud sufre duras pruebas por las condiciones de vida además de las enfermedades. Entre ellos hay también muchos niños que viven en la calle, sin lazos familiares y para los cuales las escuelas de la paz representan una verdadera familia que cuida de ellos.
A todo ellos las escuelas de la paz ofrecen suplementos a la alimentación, ayuda para la integración en la escuela, apoyo para el estudio, atención particular a la salud del niño, sostén a toda la familia.
Los primeros centros se realizaron en Mozambique, que es todavía hoy el país con la más amplia difusión de esta actividad. Desde Mozambique, las escuelas de la paz se han irradiado por toda África, abrazando a países de lengua inglesa, francesa y portuguesa.
Actualmente en África las personas de la Comunidad de Sant'Egidio gestionan 61 centros en 19 países para más de 4.000 niños y adolescentes.