La Comunidad de Sant’Egidio recuerda con afecto a Gustavo Gutiérrez, el célebre teólogo peruano considerado el padre de la teología de la liberación, que murió ayer a los 96 años. La amistad con él creció con el paso de los años a través de muchos encuentros tanto en Perú como en Roma en los que compartimos reflexiones sobre el valor de los pobres en la Iglesia, tema al que dedicó su vida desde el Concilio Vaticano II.
Reproducimos a continuación el resumen de un coloquio público con Andrea Riccardi, fundador de Sant’Egidio, en Roma en 2019 sobre el tema “La Iglesia y los pobres”.
La Iglesia y los pobres, Roma, 9 de octubre de 2019
Gutiérrez empezó con su historia como estudiante de medicina, joven idealista que soñaba estar al lado del sufrimiento humano y también del malestar social. En aquellos años y en aquel contexto crece su vocación, que le hace optar por el sacerdocio. Sacerdote novel de una Iglesia "vertical" como la peruana, mira con esperanza al Concilio, especialmente cuando oye que el Papa propone plantear como tema de las sesiones los pobres y la pobreza. Era una idea que no ocupó plenamente el centro del Vaticano II, pero que inspiró y motivó la conferencia del episcopado latinoamericano de Medellín, en Colombia en 1986, que puso en crisis una actitud que consideraba suficiente ir a misa para ser buen cristiano. En los años posteriores el padre Gutiérrez trabaja en la teología de la liberación, un camino que provocó muchos problemas con sectores de la Iglesia, pero que atrajo a mucha gente y llevó a pastores y a simples creyentes a testimoniar su fe hasta el martirio.
“La centralidad del pobre es la afirmación fundamental de la teología de la liberación“, explicó Gutiérrez. La teología de la liberación nació por el trabajo directo con los pobres. "Nunca he sido profesor de teología. He sido párroco y sacerdote”. Unir fe cristiana y pobreza también dio lugar a problemas: "A veces fue duro. Pero decidí trabajar en la Iglesia, desde dentro. Y ahora muchas cosas han cambiado", concluyó Gutiérrez.
“Yo hice una aportación. Luego llegaron otras aportaciones y llegarán más. Es la Iglesia que camina, y no camina detrás del libro de un párroco". Pero era y es necesario mirar a los pobres: "Los pobres son los que no tienen el derecho a tener derechos. El trabajo con los pobres requiere que ellos se den cuenta de que son cristianos –los que lo son– y seres humanos. La limosna, que ha tenido un espacio excepcional en la historia de la Iglesia, ha llegado a su fin, al menos en parte. Entre otras cosas porque la pobreza tiene unas causas que hay que abordar, para que las cosas puedan cambiar. Tenemos que ser la voz de los que no tienen voz, tenemos que luchar para que quienes no tienen voz empiecen a tenerla. Es una lucha que continúa, porque la pobreza sigue presente en el mundo y tiene raíces y una economía despiadada 'de muerte', como ha dicho el papa Francisco”.
“Claro, hay quien dice: 'La Iglesia ha optado por los pobres, pero los pobres han optado por las sectas'”. “Sí”, continúa Gutiérrez, “pero eso no significa que optar por los pobres fuera un error. Y no quita que la idea de una teología de la prosperidad sea un gran engaño para los pobres. Llevamos mucho retraso. El papa actual afronta –como debe hacer– la situación complicada que ha encontrado en la Iglesia e intenta cambiar muchas cosas. Ha sabido emprender el camino correcto y debemos apoyarlo por ello".
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Breve biografía de Gustavo Gutiérrez Merino
Gustavo Gutiérrez Merino, nacido en Lima (Perú) en 1928, es un sacerdote dominico considerado el fundador de la teología de la liberación.
Autor de muchos libros y de aún más artículos en la revista "Concilium" y en otras publicaciones, Gutiérrrez combinó su actividad académica y de investigación con la cercanía con las "comunidades eclesiales de base" latinoamericanas.
Su obra fundamental es "Teología de la liberación" (1971), que insiste en la necesidad de un itinerario, basado en las escrituras, que lleve a la liberación integral –tanto espiritual como social– de los pueblos y de los pobres.
Sus tesis, que han gozado de gran predicación en varios sectores de la Iglesia latinoamericana y mundial, también han suscitado fuerte oposición, especialmente durante el pontificado de Juan Pablo II.
En una entrevista de hace unos años Gutiérrez dijo de sí mismo y de la teología en la que ha trabajado: "El pobre está al margen, no cuenta para nada. Sin la solidaridad, la fragilidad nunca tendrá respuesta. Como en todo el mundo, el egoísmo y el individualismo están impregnando el mundo cristiano. Por eso solidaridad significa justicia. [...] No todos saben que mi primera preocupación es el trabajo pastoral. Hace años que trabajo en la misma parroquia, en una zona vieja y muy pobre de Lima. Dicho de otro modo, el trabajo intelectual no es mi principal preocupación. [...] La teología de la liberación nació en el cruce entre fe cristiana y pobreza. La pobreza está presente en el mundo y la Biblia, la fe cristiana y el mensaje evangélico tienen algo que decir al respecto. ¿Qué es lo importante? La opción preferencial por los pobres. Hoy se llama así, pero la idea es muy antigua. Ese es el núcleo de la teología de la liberación. La preferencia de Dios por los pobres y los abandonados se manifiesta a lo largo de toda la Biblia. La centralidad del pobre es la afirmación fundamental de la teología de la liberación. Pero nosotros no hemos hecho más que recordar la afirmación de la Biblia. [...] Amo a la Iglesia porque es mi pueblo, es mi vida. Para mí escribir sobre la teología de la liberación es escribir una carta de amor al Dios en el que creo, a la Iglesia a la que amo, al pueblo al que pertenezco. Las cartas no pueden ser todas iguales, pero el amor es el mismo".