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“Imaginar la paz para crear alternativas a guerras y divisiones”

En el palacio de congresos de París empezó el encuentro internacional “Imaginar la paz”, organizado por la Comunidad de Sant’Egidio con el presidente francés Emmanuel Macron, Andrea Riccardi, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, el rector de la gran mezquita de París, Chems-Eddine Hafiz, el gran rabino de Francia, Haim Korsia, y el arzobispo católico Laurent Ulrich.

El arzobispo de París, Laurent Ulrich, dio las gracias en la inauguración a la Comunidad de Sant’Egidio por haber elegido París como sede de este encuentro, y definió el evento como “el regalo más hermoso” para la ciudad y para Francia. Luego subrayó el valor de la imaginación para construir un mundo mejor: “Si somos capaces de reunir a todos los países alrededor del ideal expresado por el espíritu olímpico o de reconstruir una catedral, entonces imaginar la paz seguramente está a nuestro alcance”.

Anne Hidalgo, alcaldesa de París, destacó la necesidad de este encuentro que “debía organizarse aquí, en París, ciudad de la paz, donde se firmó la declaración de los derechos humanos”, porque el aire que ser ha respirado este último año en París es un aire de encuentro y fraternidad que puede llevar a la paz.

El gran rabino de Francia, Haim Korsia abrió su intervención diciendo: “Debemos imaginar la paz porque no estamos en paz”. El rabino dio las gracias a Sant’Egidio que “se ha atrevido a proponernos este tema. Ya solo por eso deberíais recibir el premio Nobel de la paz”.

Fue emocionante el testimonio de Alina Hassanin, joven refugiada afgana que llegó a Bélgica gracias a los corredores humanitarios de la Comunidad de Sant’Egidio, y que llevó la voz de Afganistán a París: “Mi historia no es solo la de mi vida, sino también la de incontables afganos que han soportado problemas inimaginables”, dijo al explicar las duras condiciones de vida de Afganistán bajo el régimen talibán. Hassani expresó su agradecimiento por la ayuda recibida e hizo un llamamiento a seguir ayudando a las mujeres y a las niñas afganas que aún están atrapadas en un contexto de violencia y opresión.

Chems-Eddina Hafiz, rector d ela gran mezquita de París, en su intervención, citó las palabras de Victor Hugo cuando afirmó: “Cuando un hombre está lleno de desesperación, no hay nada más sublime que hablarle de la paz y del perdón”. Hafiz destacó la importancia del diálogo entre religiones como medio para construir una sociedad más justa e inclusiva. “A pesar de que no pueda esconder que mi mente está obsesionada por la locura inhumana que asola, especialmente, Gaza, hay obras como las que lleva a cabo Sant’Egidio, que refuerzan la idea de que nosotros no podemos vivir en este mundo sin buscar el diálogo y la fraternidad entre cristianos y musulmanes, y entre todas las comunidades religiosas”.

Justin Welby, primado Comunión Anglicana, dio las gracias a la Comunidad, porque siempre ha creído en la oración como poderosa herramienta de paz: “Gracias porque nos ofrecéis la esperanza. Miramos la desesperación. Y luego la oración por la paz. Alegrémonos, porque la desesperación no tiene futuro”.

El conocido escritor Amin Maalouf, secretario de la Académie Française, hizo una advertencia sobre el peligro de una nueva carrera armamentística, sobre la incapacidad de los líderes mundiales de gestionar las relaciones internacionales y sobre la urgencia de un nuevo modelo global.  “Entre dos y tres mil millones de nuestros contemporáneos han salido de la pobreza y de la marginalidad. (...) Ninguna generación, antes de la nuestra, habría podido asistir a una perspectiva de este tipo”. Sin embargo, “si tuviera que señalar un ámbito de incompetencia, diría que es el de nuestra incapacidad de gestionar las relaciones entre los distintos componentes de la humanidad”, dijo.

Andrea Riccardi en su intervención hizo un apasionado llamamiento a descubrir la cultura de la paz, y a poner de manifiesto que el mundo moderno parece haberse alejado de este valor fundamental. “Hablar de paz, en estos tiempos, puede parecer algo de soñadores. (...) Las instituciones internacionales que se ocupan de la paz, en primer lugar las Naciones Unidas, muchas veces no tienen la autoridad que deriva del consenso de los Estados”. Andrea Riccardi también recordó la necesidad de no resignarse a la brutalidad de la guerra: “El recuerdo de la guerra ha perdido valor, la esperanza de paz se ha debilitado (...) Nuestros viejos sabían qué es una guerra mundial, porque la vivieron. Ahora ya no viven. El recuerdo de la guerra ha perdido valor, la esperanza de paz se ha debilitado. Somos poco atrevidos y vamos a remolque de los acontecimientos y eso es muy peligroso”. Para Andrea Riccardi, la imaginación es la clave para salir de la resignación y para crear “alternativas” a la guerra a la que ya nos hemos acostumbrado: “Hay que imaginar la paz”, y “en un momento en el que dominan las divisiones religiosas, hay que devolver el sentido a vivir en común”, dijo para terminar.

El presidente Emmanuel Macron dijo estar orgulloso de acoger el encuentro: París se transforma en un símbolo de esperanza en un mundo que parece más dividido que nunca. Recordó que en un tiempo de guerra, la lucha que hay que hacer es la lucha por el diálogo, aunque la paz es mucho más precaria que la guerra, porque la guerra siempre tiene una legitimidad muy fuerte –corrige una injusticia, defiende un territorio–, mientras que la paz se basa siempre en un compromiso. Sugiere tres cosas que hacer: rehumanizar la mirada, porque la guerra deshumaniza al otro; reconocer al otro para convivir, porque la guerra quiere destruir al otro; e imaginar la paz, porque la paz puede nacer solo de un esfuerzo colectivo. Emmanuel Macron concluyó la ceremonia con un llamamiento a la responsabilidad colectiva, e invitó a construir un nuevo orden internacional más representativo y capaz de reconstruir la relación con Rusia: “Debemos ser artesanos de paz, incluso cuando el camino es difícil”, afirmó.