Ucrania está viviendo los últimos días una ola de intenso frío. En algunas poblaciones la temperatura ha bajado hasta -15º. El sufrimiento por el frío –muchas centrales eléctricas están fuera de servicio a causa de los bombardeos y las casas por norma general no tienen calefacción– llega a todos y se suma al sufrimiento por el terror de las alarma aéreas que siguen oyéndose incluso en las zonas más al oeste del país. Mientras tanto, la guerra prosigue, con su trágico recuento diario de víctimas.
En las calles cubiertas de nieve, los pobres sin hogar tienen más problemas para encontrar un lugar donde resguardarse: muchos lugares que aprovechaban para cobijarse están cerrados por motivos de seguridad o se han convertido en refugios antiaéreos.
Por eso cada tarde en Leópolis las personas de la Comunidad de Sant’Egidio salen a la calle para llevar bebida y comida calientes, y mantas a quienes corren el peligro de morir de frío. Cuando pueden, acompañan a algunos a pasar la noche en tiendas montadas para ofrecerles cobijo. La situación es cada vez más complicada y por eso la Comunidad está multiplicando sus esfuerzos para ayudar a los más frágiles, que terminan siendo aún más pobres en este segundo, largo y frío invierno de guerra.
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