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Durante los días de la fiesta de Sant'Egidio, las comunidades de Tanzania ayudan a los refugiados burundeses y congoleños

Una delegación de las Comunidades de Sant'Egidio de Tanzania viajó estos últimos días a la región de Kigoma, en el extremo occidental del país, en la frontera con Burundi, para visitar el campo de refugiados de Nduta.
En Nduta viven miles de refugiados, hombres, mujeres y niños, tanto burundeses como congoleños. Es un campo que acoge a menos personas que en el pasado: muchos han regresado a su país con la progresiva estabilización de la situación de seguridad, especialmente en Burundi, pero también hay muchos que siguen viviendo en una situación de gran precariedad, agravada por la escasez de alimentos y medicinas.

En el campo hay una Comunidad de Sant'Egidio de unas cien personas que viven fielmente las citas de oración y encuentro, que realizan un servicio de asistencia y acompañamiento a los refugiados más pobres, a los discapacitados, a los ancianos solos, a los niños en dificultades, y trabaja para promover la paz en un contexto caracterizado por diversas tensiones étnicas y religiosas.

Los representantes de Sant'Egidio en Tanzania se reunieron con los miembros de la Comunidad, los eclesiásticos encargados de la pastoral y, sobre todo, con los refugiados más necesitados, distribuyendo lo que habían recogido para aliviar las dificultades del campo. Se entregaron los alimentos adquiridos gracias a la colecta nacional que duró dos meses y recaudó más de siete millones de chelines, así como un camión lleno de ropa.

Todos agradecieron la implicación y la cercanía de estos amigos que vinieron de todos los rincones de Tanzania, con un mensaje de hermandad y unidad que muchas veces no es fácil de escuchar cuando se está en un país extranjero: "Los refugiados son nuestros hermanos y hermanas, nosotros somos una familia, somos una”, se podía leer en la pancarta preparada para el acto de entrega. Y, debajo, un pasaje de la Carta a los Hebreos: “No os olvidéis de la hospitalidad; algunos, practicándolo, sin saberlo, han acogido ángeles."

Otra cosa destacada por los responsables internos del campamento fue el hecho de que la ayuda que llegó no procedía de una agencia internacional, "sino de africanos que ayudaron a otros africanos, gente corriente, no rica en dinero, pero sí rica en humanidad".
 
Raymond Charles Mukulasi, de la comunidad de Mwanza, tomó la palabra y subrayó que el espíritu de Sant'Egidio "no conoce fronteras" y que para una comunidad cristiana "no hay extranjeros". “Hoy es un día de alegría” - continuó - “que nos recuerda la importancia del amor y de la paz, esa paz por la que rezamos con insistencia”.

La visita y distribución, además, se realizó en la festividad del santo que dio nombre a la Comunidad. Como lo había hecho en la Antigüedad tardía, cada comunidad de Sant'Egidio quiere ser amiga de los más pobres y necesitados, amiga de la paz y de los que, como aquellos que tuvieron que huir bajo un cielo diferente, sufren la falta de paz.