Desde 2017, el norte de Mozambique ha sido víctima de ataques terroristas que han causado más de 4.000 muertos y casi un millón de refugiados y desplazados internos. A día de hoy, se mantiene un clima de inseguridad y, en consecuencia, una situación que genera un gran sufrimiento para la población de Mozambique.
Las tensiones en el país empeoraron tras las elecciones generales del 9 de octubre, cuyos resultados fueron impugnados por los partidos de la oposición. El descontento se ha traducido en protestas y manifestaciones en diversas zonas del país que a menudo han dado lugar a episodios de violencia grave, aumentando el número de refugiados que buscan seguridad.
Malaui, un país fronterizo con el norte de Mozambique, pese a su extrema pobreza, ha sido a menudo un punto de llegada para los refugiados de Mozambique en las últimas décadas. En los últimos meses, unas 5.000 personas han encontrado refugio en campamentos en la región de Nsanje, en el sur del país, cerca de la frontera.
Las Comunidades de Sant'Egidio presentes en el distrito empezaron enseguida a visitar a los refugiados del campamento para darles confort y comprender sus principales necesidades. En concreto, al campamento de Tengani han llegado muchos hombres y mujeres de edad avanzada y solitarios que, después de huir de su casa, ya no tienen dónde volver.
En colaboración con las autoridades del campamento, Sant'Egidio seleccionó a 420 familias y personas en condiciones de extrema vulnerabilidad, mayoritariamente ancianas y discapacitadas, y el pasado 1 de marzo se organizó un primer reparto de paquetes de alimentos, realizado conjuntamente con los Jóvenes por la Paz. Es una primera forma de paliar las condiciones de vida de los más vulnerables del campo. Una primera muestra de solidaridad y bienvenida, en una situación que corre el riesgo de continuar durante mucho tiempo.