El recuerdo de la Noche de los Cristales Rotos no es un recuerdo cualquiera. Nunca debería haber llegado una noche como aquella. Incitación al odio generalizado, leyes raciales, propaganda antisemita, noticias falsas e indiferencia de las mayorías, fueron las premisas de aquella noche, encrucijada en la historia del siglo XX que dio paso a la primera gran deportación de judíos culminada en la Segunda Guerra Mundial con el Holocausto.
El sábado 5 de noviembre, la Comunidad de Sant'Egidio de Barcelona, junto con la comunidad judía, conmemoró la Noche de los Cristales Rotos organizando una "marcha de la memoria" para recordar aquel trágico acontecimiento. Personas de diferentes orígenes, religiones y culturas recorrieron las antiguas calles de Ciutat Vella y el antiguo Call dels Jueus de la ciudad, portando pancartas con el nombre de los campos de concentración nazis y con el lema "No hay futuro sin memoria".
Numerosos jóvenes y niños participaron en la marcha expresando su deseo de paz. Junto a los representantes institucionales tomó la palabra Dory Sontheimer, familiar de las víctimas de la Shoá, quien expresó su preocupación por el aumento del racismo y la propaganda antisemita y la necesidad de “aprender de los errores del pasado y no repetirlos”. Jaume Castro, de Sant’Egidio, subrayó que “memoria y futuro van juntos”, en una época en la que vivimos aplastados por un presentismo sin memoria.
Finalmente, un joven leyó una de las últimas reflexiones del diario de Ana Frank que invitan a preservar la paz: “Soy partícipe del dolor de millones de hombres y, sin embargo, cuando miro al cielo, pienso que todo volverá a estar bien, que incluso esta dureza despiadada cesará, que
volverá el orden, la paz y la serenidad. Mientras tanto, debo mantener intactos mis ideales; llegará un momento en que podremos volver a obrar por el Bien”.