En Ivano-Frankivs'k, en el centro de la Comunidad de Sant'Egidio, tres veces por semana se distribuye ayuda humanitaria a los refugiados. Livia afirma que se mudó aquí desde la región de Kharkiv a principios de marzo. Solía trabajar desde casa para un museo, pero ahora ha perdido su trabajo. Para ella es importante la ayuda de los voluntarios: “Tengo dos hijas de 15 y 9 años, vinimos aquí juntas, aquí nos recibieron con hospitalidad. Estamos muy agradecidas con toda la gente y con todos los voluntarios que nunca nos han dejado solas".
Svetlana se mudó a Ivano-Frankivs'k desde Slov"jans'k hace un mes y medio. La mujer dice que desde que dejó su ciudad ha estado tratando de vivir de sus ahorros pero se están acabando, así que hasta que no encuentre trabajo en Ivano-Frankivs'k los voluntarios van a ayudarla con la comida. “Sin ellos no podríamos hacer frente a esta situación y ésto a pesar de tener un trabajo y algunos ahorros. Logré traer algunas cosas, pero no hay suficiente dinero”.
Alina empaca kits con productos alimenticios higiénicos para refugiados. La mujer dice que se mudó de Berdiansk y fue a la casa de la Comunidad de Sant'Egidio en busca de ayuda; luego decidió ser voluntaria aquí. “He decidido ayudar aquí, no sentarme y no ver la televisión para que mi alma no se distraiga con lo que está pasando allá en la ciudad. He decidido venir aquí y ayudar a las personas que vienen aquí como yo y que necesitan ayuda".
"Toma esto para tu padre, saludalo, dile que venga a visitarnos". Adriana lleva 3 años en la Comunidad de Sant'Egidio, dice que siempre se ha encargado de estar con los jóvenes. Ahora distribuye ayuda humanitaria a los refugiados, les ayuda a elegir lo que se adapta a sus preferencias y tallas. “Por supuesto, quiero que cada uno encuentre lo que más le conviene. Lo que necesita, lo que más le gusta”.
Antes de la guerra, los miembros de la Comunidad de Sant'Egidio en Ivano-Frankivs'k distribuían alimentos dos veces por semana a las personas necesitadas. Los voluntarios aún continúan con este trabajo y han alquilado locales para organizar la ayuda humanitaria y donarla a los refugiados. Los productos y medicamentos vienen de Italia, dice el coordinador, Iván. "A menudo hay colas incluso desde las 6 de la mañana, hacemos todo lo posible para organizarnos para que todos se sientan cómodos, sin hacerlos esperar demasiado, para que la gente obtenga ayuda rápidamente y se vaya. Hay tantas situaciones diferentes, a veces alguien viene con sus padres, otras alguien tiene a sus padres en el hospital, o bien niños pequeños; aquí les ofrecemos té y galletas, pueden sentarse y contar sus historias. Muchos están asombrados con esto, algunos incluso lloran".
Iván dice que en los días que se atiende a los refugiados se ayuda a unas 100 personas.