Por la mañana los rayos de sol entran en el pequeño salón y calientan a Escolástica González, sentada en su sillón y envuelta en una manta. Allí pasa las horas, con el teléfono en la mano, el televisor y un montón de libros. Esta mujer tiene 96 años y vive sola en un apartamento del barcelonés barrio del Raval, y uno de los momentos que más espera durante la semana es la visita de los jóvenes de la Comunidad de Sant’Egidio.
Son los Jóvenes por la Paz, que recorren Barcelona para visitar a personas mayores solas. «Una visita significa muchas cosas: la ilusión de esperar a alguien que viene a verte, sentirte importante y amado... Significa saber que no estás olvidado en el mundo», explica Alba, de la Comunidad. Durante el encuentro, los jóvenes ayudan a los ancianos con lo que necesitan y, sobre todo, hablan con ellos.
Nos conocemos desde hace mucho tiempo... es como si fueran nuestros abuelos, como si fuéramos una familia», nos cuenta Anna, de los Jóvenes por la Paz de la Comunidad de Sant'Egidio. «Les preguntamos cómo les ha ido la semana, cómo están... Nos explican cosas de su época y nosotros les hablamos de las cosas que vivimos hoy», continúa Anna, que tiene 20 años. Ella visita cada semana a Escolástica: miran fotografías, se interesa por su pasado y le echa una mano con las tareas del hogar. «Nos conocemos desde hace mucho tiempo... es como si fueran nuestros abuelos, como si fuéramos una familia».
Remedios y Eliseo, de 86 y 89 años, también reciben en su casa la visita de los Jóvenes por la Paz. Durante el confinamiento el matrimonio, al igual que muchos otros ancianos, perdieron el contacto con el mundo exterior, sobre todo con los más jóvenes.
Sergi, de 20 años, los conoce muy bien: «Cuando vas a ver a personas ancianas haces algo nuevo, sales de tus costumbres, pero sobre todo haces red con muchos otros ancianos del barrio, sobre todo con los que no tienen familia y están solos todo el día». Además de estas visitas, el movimiento de los Jóvenes por la Paz de Sant’Egidio se ocupan también de los niños más pobres y de las personas que duermen en la calle en Barcelona.