Hace unos días ha empezado la primera de las cuatro misiones veraniegas de los Jóvenes por la Paz en Bosnia, con un grupo de doce jóvenes de las Comunidad de Padua y Bolonia. En Bihaç, una parte del trabajo se lleva a cabo en sinergia con el JRS (Jesuit Refugee Service), con el que hay desde hace unos meses una provechosa colaboración.
La situación en Bihaç cambia rápidamente. En verano los jóvenes migrantes se quedan solo unos días, mientras se preparan para proseguir su viaje. Cada vez llegan más personas del cuerno de África, como Yusuf (nombre ficticio), somalí de 17 años que llegó a Bosnia con su padre y su hermana de 16 años, y que, al igual que muchas otras personas, acampan en medio del bosque que rodea Bihaç. Habla de la violencia y de las humillaciones que sufrió en la frontera con Eslovenia: "Lo perdí todo, lo único que me queda es mi alma, que me permite seguir siendo feliz...".
Las condiciones higiénicas de los migrantes siguen siendo extremamente críticas, con muchos casos de sarna tanto dentro como fuera de los campos, por no hablar de los problemas asociados a la escasez de alimentos y agua, que además de ser insuficiente a menudo no es potable. La relación con los habitantes del lugar es cada vez más tensa y no faltan manifestaciones de intolerancia explícitas contra ellos, como la que dice: "Si queréis ver un zoo, id a Lipa".
Cansados, hambrientos y maltratados, los migrantes siguen escondiéndose en precarios refugios y no se rinden ante el sueño de llegar a Europa, hasta el punto de que intentan el "game" varias veces por semana. Muchos han querido participar de manera inesperada, pero agradable, a una escuela de italiano improvisada de los Jóvenes por la Paz ante el campo de Lipa. Resiste la esperanza y las ganas de amistad: aun viviendo en condiciones miserables, no faltan por su parte amabilidad y gestos de generosidad, como el deseo de compartir la poca comida que tienen. Es conmovedor ver como, incluso en situaciones críticas, su espíritu optimista y confiado transmite un sentimiento de aliento; como nos dijo un joven pakistaní en uno de los jungle camps: "Todos tenemos sueños".