Niños, muchos niños llegaron hoy al aeropuerto de Fiumicino, en brazos o acompañados de la mano de sus madres y voluntarios. Vienen de Etiopía, donde se está librando una guerra sangrienta. No harán el viaje por mar, que costó la vida a muchos de sus coetaneos.
En sus ojos (que hemos pixelado por respeto a su privacidad) no hay miedo, sino asombro, curiosidad, una alegría mezclada con el cansancio del viaje nocturno, mientras en sus manos sostienen el ramo de flores que amigos con petos azules y con la paloma de la paz les dieron nada más bajar del avión.
Esta es la imagen de hoy. La de la otra inmigración. La de los corredores humanitarios.
Esta mañana, de hecho, 70 refugiados del Cuerno de África aterrizaron en Fiumicino con un vuelo programado de Ethiopian Airlines desde Addis Abeba. Todos ellos han sido refugiados durante mucho tiempo en campamentos etíopes y en los últimos meses han sufrido un agravamiento de sus condiciones de vida debido al conflicto en el Tigray.
Su entrada en Italia fue posible gracias a un acuerdo con el Estado italiano, firmado en 2019 por la Comunidad de Sant’Egidio y el CEI, que prevé la llegada de 600 personas vulnerables.
Los 70 refugiados constituidos en 8 familias, con 13 menores y 40 adultos, en su mayoría jóvenes menores de 25 años, fueron recibidos en Fiumicino por los voluntarios y algunos familiares, que llevan mucho tiempo viviendo en nuestro país, en algunos casos ya ciudadanos italianos.
Se alojarán en diferentes ciudades (Roma, Bolonia, Belluno, Parma, Brisighella, Cologno Monzese, Padua, Rieti, Ancona, Taranto) en asociaciones, parroquias, apartamentos privados e institutos religiosos, con el apoyo de familias italianas que se encargarán de acompañar su camino hacia la plena integración social y laboral, garantizando servicios, cursos de lengua italiana, inserción escolar de menores, atención médica adecuada.
Todo ello gracias a un proyecto totalmente autofinanciado con el 8x1000 del CEI, fondos recaudados por la Comunidad de Sant'Egidio y la generosidad no solo de asociaciones y parroquias sino también de ciudadanos que han ofrecido sus hogares y su compromiso libre y voluntario.
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