En Santiago de Cuba, cuando ya ha pasado más de un año desde que apareció el coronavirus, la pobreza ha asumido tintes cada vez más sombríos.
Desde que empezó la pandemia, la Comunidad de Sant’Egidio ha compartido los problemas y el dolor de muchos ancianos y de las personas que viven en las calles de Santiago.
"A pesar del desconcierto inicial –explican– decidimos salir a visitar a los más débiles e invitamos a los jóvenes a sumarse a nosotros para poner así en práctica el Evangelio. Vinieron con nosotros al menos 100 voluntarios, sin contar a las personas que hicieron aportaciones materiales. La Comunidad ha sido un punto de referencia para la caridad y el humanismo.
Nos alegra enormemente ver cada semana el rostro feliz de los ancianos cuando llamamos a su puerta. Como dijo una de ellos, nosotros éramos la respuesta a sus oraciones. Estaba asustada. Pero al vernos recobró la esperanza hasta el punto de que se unió a nosotros para ayudar a los demás".
Durante este año han repartido unas 28.800 comidas a los ancianos y más de 400 paquetes de alimentos para pobres y familias en situaciones difíciles.
La Comunidad también ha puesto en marcha un servicio de ayuda a domicilio para ancianos solos que no solo prevé llevar la compra a quien no puede salir de casa sino también brindar asistencia sanitaria. De hecho, implicando a estudiantes de medicina, y con la ayuda de especialistas, se hace un trabajo de prevención médica y de consultas geriátricas en casa de los ancianos o en la sede de la Comunidad.