Edith Bruck, escritora superviviente de la Shoá, explicaba hace un mes a los estudiantes conectados por web los inenarrables sufrimientos que infligieron a los judíos durante la II Guerra Mundial y, especialmente, los duros días que pasó en los "barracones" del campo de exterminio de Auschwitz, junto a otros cientos de prisioneras. Explica la fuerza de aquellas mujeres, a las que hoy queremos recordar en ocasión del 8 de marzo (minuto 32:30).
En el encuentro "El pan perdido" impulsado por la Comunidad y por los Jóvenes por la Paz (8 de febrero de 2021), Edith explica la decisión, incluso en los momentos más difíciles, de no odiar a nadie. De hecho, ella habla del dolor moral que siente por el mal que hicieron los hombres, en la vorágine nazi. A los jóvenes les dice que no pierdan el "pan" de la memoria, de vigilar para no permitir que los nacionalismos, el antisemitismo y el racismo se extiendan por Europa. Describe estas amenazas como una nube negra que hay que escrutar para reaccionar. Hay que repudiar el odio, la guerra y las armas. El camino, más bien, es "ayudar, socorrer a tu prójimo, así se hace la paz".
Edith Bruck (Tiszabercel, 3 de mayo de 1932), escritora, directora y superviviente del Holocausto, nació en Hungría, y hace muchos años que vive en Italia. Cuando tenía trece años fue deportada a Auschwitz y luego a otros campos de exterminio. Perdió a su madre, a su padre, a un hermano y a otros parientes.
Su producción literaria autobiográfica narra no solo el sufrimiento que vivió en los campos de exterminio, sino también los años tras la liberación de Bergen-Belsen en abril de 1945, junto a su hermana. En su reciente libro, El pan perdido, que da título al encuentro, Edith Bruck explica cómo buscó una nueva vida tras la guerra, en una Europa aún no libre del antisemitismo.