El padre Pino Puglisi, un sacerdote que supo hacer frente a la mafia solo con la fuerza de las palabras, de la cultura y de la fe. Sin defensas ni garantías. No huyó, aunque habría podido hacerlo.
Había nacido en Palermo, en el barrio de Brancaccio, el 15 de septiembre de 1937 y fue asesinado allí mismo el 15 de septiembre de 1993, el día que cumplía 56 años, por su constante dedicación evangélica y social con los jóvenes de aquel barrio periférico, del que decía: "Aquí la vida no es solo violencia, degradación y depravación. Hay valores como paz, fraternidad y colaboración".
Su estola y su cruz se conservan en la Basílica de San Bartolomé de la Isla Tiberina de Roma, memorial de los nuevos mártires de los siglos XX y XXI.