En la mañana del 21 de marzo de hace 60 años, la policía mató a sesenta y nueve manifestantes de piel negra en Sudáfrica. El hecho se conoce como la masacre de Sharpeville, uno de los más sangrientos del apartheid, la política de segregación racial que exigía a los negros, entre muchas otras restricciones, poseer un pase para acceder a las zonas reservadas a los blancos.
En memoria de Sharpeville y de todas las injusticias relacionadas con la xenofobia, Naciones Unidas ha elegido el 21 de marzo para celebrar el Día Mundial para la Eliminación de la Discriminación Racial.
La violencia del racismo aún no se ha superado en la actualidad. Tiene forma de indiferencia, de prejuicio, de antisemitismo y muchas formas de odio, incluso online. La pandemia que atravesamos nos muestra dramáticamente la unidad de la humanidad y la insensatez de todo racismo.
El coronavirus ha vaciado nuestras ciudades, en todo el mundo. El virus afecta gravemente a las personas mayores, frágiles, débiles, personas con discapacidad, personas sin hogar.
Hoy más que nunca sentimos la necesidad de no ceder ante el racismo, que también puede, como un virus, infectar nuestras sociedades. La solidaridad y la oración no pueden conocer fronteras.