"Educar a los niños a no tener miedo de los demás es el primer paso para educar en la paz". En ello coinciden las madres, los maestros y los jóvenes que han participado en la Fiesta de la Paz, que cierra un año transcurrido con los niños, en el ámbito de las iniciativas de Sant’Egidio para los más pequeños.
Las Escuelas de la Paz aceptan el desafío de educar a los niños a vivir juntos. En Italia se trata de una exigencia educativa que hace frente al racismo difuso.
"Hoy se considera normal la violencia, no acoger y despreciar a quien tiene problemas. El 'escándalo' es dejar que los niños vivan en este clima como si fuera algo normal. Tenemos que hacer de todo para que no se produzca este escándalo", ha dicho Adriana Gulotta, coordinadora de las Escuelas de la Paz de todo el mundo.
El 'escándalo' es el mismo escándalo del que habla Jesús, es decir, todo lo que impide que los niños tengan una infancia serena, en la que puedan aprender a acoger a los demás y a no tenerles miedo.
Conocer, comprender, vivir y apreciar la solidaridad es el camino que hemos querido indicar para dar una respuesta a este clima de odio hacia los inmigrantes, que hace que los niños crezcan con miedo.
Los niños han hecho dibujos para ayudar a sus coetáneos rohinyás, minoría perseguida en Birmania, para que crezca la sensibilidad por los sufrimientos del mundo que quedan lejos. En las Escuelas de la Paz han preparado comida para repartir por la calle entre las personas sin hogar, porque también los niños pequeños pueden tener un corazón grande. La Escuela de la Paz de Serpentara (Roma) también organizó un espectáculo para los ancianos de la residencia que tienen al lado.
Es importante enseñar a los niños que incluso las situaciones más difíciles pueden mejorar.
También puede cambiar la tarde de los niños. "Envié a mi hijo a la Escuela de la Paz no solo para hacer los deberes, sino también para que hiciera amigos", explicó una madre.
Además, cuando los jóvenes ayudan a los más pequeños a vivir juntos manifiestan su personalidad. Como dijo Roberto, padre y maestro en una escuela del barrio Trullo de Roma, "gracias a esta experiencia realmente educativa los jóvenes recuperan su esplendor, encuentran un impulso en su interior". Añadió también que muchos jóvenes siguen yendo a la Escuela de la Paz cuando terminan el voluntariado que hacen en su centro educativo como proyecto escolar.
«La Escuela de la Paz tiene un nombre claro: no es solo hacer deberes, sino también educación en la paz». La esperanza es que esta responsabilidad de hacer la paz cambie la cultura de nuestros días.
Una imagen del entusiasmo de hacer la paz fue el desfile de los niños al terminar el encuentro. En la primera edición de la "Fiesta de la Paz" se entregaron los diplomas de "activistas de paz", porque los niños, también este año, han ayudado a los demás con alegría, cambiando también un poco la cara, a veces resignada, de nuestras ciudades..
El trabajo de padres, maestros y jóvenes para luchar contra la normalidad de la violencia