Mañana en todo el mundo se celebra la fiesta de los maestros. Es una manera de recordar a todos la importancia de la escuela.
Desde que empezó, la Comunidad de Sant'Egidio hace escuela: cientos de miles de niños de las grandes periferias de todos los continentes van las Escuelas de la Paz. En Roma y también en Buenos Aires, en Kinshasa y en Manila, o en ciudades europeas como Barcelona, Berlín o Lisboa, donde hay un fuerte desafío de integración.
¿Qué es la Escuela de la Paz? Un lugar "donde aprender la paz y la convivencia", dijo Adriana Gulotta interviniendo en la mesa redonda "A la escuela de la paz" que tuvo lugar durante el Encuentro "Sed de Paz" de Asís.
"Se necesitan lugares para 'aprender' la paz y la convivencia, en un mundo cada vez más urbanizado, complejo y a menudo conflictivo, y si eso es posible, cada vez más grande. En ese escenario, donde abundan los malos maestros, sentimos la exigencia de multiplicar las energías para educar a las jóvenes generaciones a respetar la vida humana, a amar la paz y rechazar el culto de la violencia".
"Es un compromiso que Sant'Egidio ha vivido desde sus orígenes", dijo Adriana Gulotta, y añadió que "quizás es menos conocido que el trabajo por la paz en muchas situaciones de conflicto o en el diálogo interreligioso", pero que "coincide con el nacimiento de la misma Comunidad, en 1968, cuando empezó a hacer escuela a los niños marginales de Roma". Entonces Sant'Egidio se dejó interrogar por la pobreza de las familias de inmigrantes del sur de Italia, que vivían en barracas y en las borgate de la Roma de los años 60 y cuyos hijos no iban a la escuela. Ahora las Escuelas de la Paz constituyen un movimiento educativo mundial, que se dirige a cientos de miles de niños de Europa, África, Asia y América. Además de la ayuda escolar y afectiva, la Escuela de la Paz ofrece a los más pequeños la posibilidad de aprender a crecer junto a los demás sin prejuicios y hostilidades. "El nombre, Escuela de la Paz, indica que el verdadero centro del trabajo es aprender a 'construir' la paz, en muchos contextos, no solo de guerra, sino en todas partes, sobre todo allí donde hay tensiones y conflictos", recordó Adriana Gulotta.
En las periferias con altos índices de violencia, las Escuelas de la Paz ofrecen a los niños una alternativa a la calle y a la repetición de modelos agresivos. Son centros gratuitos, donde jóvenes voluntarios organizan para los niños actividades de estudio y educativas, juegos, excursiones y vacaciones, con el objetivo de difundir una cultura de apertura al otro, a la diversidad, un verdadero cimiento para convivir. Se ve en las Escuelas de la Paz de Amberes o París, donde niños europeos y nuevos europeos aprenden con la amistad el valor de la convivencia. Ellos mismos son iniciadores de un proceso de integración, porque como afirmó Zygmunt Bauman en la asamblea inaugural del encuentro "Sed de Paz" de Asís, "se podrá alcanzar la paz solo si damos a nuestros hijos las armas del diálogo, si les enseñamos a luchar a favor del encuentro, de la negociación".
En la Escuela de la Paz no se excluye a nadie ni se le deja atrás: lo saben bien todos los niños gitanos que han crecido en las Escuela de la Paz de Italia, que ahora empiezan a estudiar en la escuela secundaria: se trata de un verdadero éxito en un panorama general, en Italia, que todavía se caracteriza por un alto índice de abandono escolar. Y el desafío de garantizar un futuro a los gitanos gracias a la educación ha llegado hasta Ucrania, donde la Comunidad ha puesto en marcha recientemente un proyecto de escolarización para algunos niños gitanos entre Kíev y la región de la Transcarpatia.
En diciembre de 2014, visitando una parroquia romana, el papa Francisco vio a algunos niños y jóvenes voluntarios de una Escuela de la Paz. Dándoles las gracias por su presencia, el Papa definió la Escuela de la Paz como "una semilla muy importante que dará frutos con el tiempo". Y el Papa, que en Buenos Aires conoció la Escuela de la Paz de las Villas Miserias, añadió: "Lo que hacen en todo el mundo es muy importante porque siembran en la vida de los niños una semilla que dará fruto. Deben trabajar con esperanza y paciencia. Hay que tener paciencia. Pero su trabajo es un gran trabajo".