A pesar de que la atención mediática ha disminuido, la situación de los refugiados acampados en la frontera entre Serbia y Hungría sigue siendo muy difícil. Este mes una delegación de la Comunidad de Sant'Egidio de Budapest, Pécs y Monor ha vuelto a visitar a los refugiados acampados detrás del muro que separa Serbia y Hungría: hoy sigue siendo escenario de tragedias humanas, con gente que huye buscando un futuro de paz.
A pesar del rechazo del gobierno húngaro ante los emigrantes, la recogida de alimentos y ropa de la Comunidad de Sant'Egidio de Hungría ha dado espacio a la generosidad de muchos húngaros, que han decidido ayudar a los refugiados.
La primera etapa ha sido Röszke, en el lado húngaro, donde están acampados refugiados provenientes de Afganistán e Iraq. Una de ellos describió la precaria situación higiénica del campo, con pocos accesos al agua y ni siquiera un baño. Otro explicó preocupado que no puede ver a su esposa, que está embarazada en Austria. Entre ellos había una niña de 10 años, que enseñaba una hoja en la que había escrito en inglés: "Yo amo a Hungría, pero Hungría no me quiere". Fue un día especial para los niños del campo, felices de jugar y hablar con sus nuevos amigos húngaros. Tenían muchas ganas de explicar su vida, de hablar de su familia, de sus hermanos y hermanas, de juegos y de su comida preferida, de los sueños que quieren hacer realidad.