El fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, Andrea Riccardi, ha recibido en Berlín el “Premio Humanismo”. El prestigioso reconocimiento, que cuenta con el patrocinio del ministro de Exteriores alemán, Walter Steinmeier, lo concede desde 1998 la Asociación alemana de filólogos de lenguas antiguas, cada dos años, a personalidades europeas que han sabido conjugar cultura humanista y compromiso civil.
Entre los premiados están los presidentes alemanes, Richard von Weizsäcker y Roman Herzog, el ministro de exteriores polaco, Wladyslaw Bartoszewski, y otras personalidades de la cultura europea.
En la motivación del premio 2016 se lee:: “Andrea Riccardi representa de manera ejemplar y a un altísimo nivel los valores europeos de la paz, la solidaridad y la dignidad del hombre y a partir de eso trabaja en la sociedad para hacer un mundo mejor. Los objetivos y las obras de Andrea Riccardi, que provienen de un verdadero humanismo, son hoy –ante los desafíos que vivimos– más importantes que nunca".
Durante la ceremonia, que se ha celebrado en el Aula Magna de la Universidad berlinesa von Humboldt, abarrotada de gente, el cardenal Walter Kasper, que pronunció la laudatio, destacó que "debemos honrar a Andrea Riccardi por su humanismo formado por una amistad pacificadora entre los pueblos, culturas y religiones". El cardenal concluyó diciendo que: “La historia no es solo historia de avances de la humanidad; siempre hay recaídas en la barbarie. Pero también hay signos de esperanza y siempre es necesaria la creatividad y la valentía de nuevos signos y testimonios de humanidad. Andrea Riccardi ha contribuido a este humanismo de la esperanza. Por eso hoy recibe este premio”.
En su discurso, el fundador de Sant'Egidio, agradecido por el reconocimiento y reflexionando sobre la crisis y sobre los desafíos del humanismo europeo, ha dicho: “Los europeos no podemos perder el sentido de la aventura humana. La aventura es riesgo, esfuerzo y búsqueda de esperanza. Eso es lo que quiere ser la Comunidad de Sant’Egidio cuando, partiendo de sus raíces humanistas cristianas, trabaja por los pobres en Europa, se compromete por la paz en mundos en conflicto, lucha contra la pobreza en África y continúa el camino del diálogo entre las religiones". Y terminó diciendo: "La costosa alegría de la búsqueda humanista no es solo de los eruditos y de los especialistas: debe volver a alimentar y a sostener el compromiso de muchos por la humanidad. Vivir para sobrevivir, narcisismo protagonista, encerrarse en uno mismo, mentalidad economicista no necesitan alimentarse de las fuentes del humanismo. Pero el que quiere hacer más humano este mundo sabe que necesita alimentarse de las fuentes del humanismo".