Los últimos años han puesto de manifiesto, que en América latina, una economía muy frágil y fuente de graves crisis sociales ha dejado a amplias capas de la población y a grandes áreas del continente en condiciones de grave atraso socioeconómico. En este contexto, los menores son la franja de población que tiene más dificultades. Episodios de turismo sexual, de explotación y de maltrato de menores, publicados en la prensa, han destacado la necesidad de una mayor tutela de la infancia. Además, precisamente los niños más pobres ( huérfanos o sin un adecuado sostén económico o familiar) se encuentran en una condición de particular vulnerabilidad y acaban siendo presa fácil de los tráficos más despiadados (prostitución infantil, esclavitud, tráfico de órganos).
En países como El Salvador, Argentina, Bolivia, Guatemala, México y muchos otros, las escuelitas de la paz acogen a niños y chicos que necesitan sostén y ayuda. Su presencia lucha no sólo contra un abandono escolar muy alto y una fácil exclusión de los más desfavorecidos, sino que representa también una defensa real de la vida de los niños y los chicos, una oportunidad más para prevenir el trabajo de los menores y para darles un futuro.