Los recientes acontecimientos del largo conflicto en Oriente Medio tienen, como ya se sabe, fuertes repercusiones en el Líbano, donde se han producido unas 4.000 víctimas y decenas de pueblos destruidos, especialmente en el sur del país.
Más de un millón de libaneses han abandonado sus hogares y se han desplazado hacia las ciudades de Tiro, Saida y, especialmente, Beirut. Los desplazados han encontrado refugio en escuelas públicas y privadas, en centros comerciales y muchos viven acampados en las playas costeras.
Con el inicio del alto el fuego el 27 de noviembre, algunos de ellos regresaron a sus zonas de origen a pesar de que la situación es crítica por la falta de agua, electricidad, servicios sanitarios y la destrucción de cultivos en el campo.
Pero muchos todavía permanecían en la ciudad: en su mayoría ancianos, a menudo muy pobres, acogidos por familias y congregaciones religiosas.
Una delegación de la Comunidad viajó estos últimos días a Beirut para reunirse con ellos y entregarles la ayuda humanitaria recogida en Italia y Europa, que llegará a más de 1.000 familias desplazadas durante el período navideño.
La entrega de la ayuda (que también incluía paquetes navideños) se llevó a cabo en Beirut, en el popular barrio de Burj Hammoud, una zona periférica que acoge a un gran número de desplazados, acogidos por las monjas "des Saints Coeurs", y por la parroquia de Jdeide.
En los próximos días se entregarán otras ayudas a Tiro y Der Mimas, un pueblo cercano a la frontera sur, gracias a la colaboración de los franciscanos de Tierra Santa.
En todas partes la gente espera la paz y espera que el alto el fuego se convierta en una paz duradera.