En París se ha oído la voz del Afganistán herido. La trae Lina Hassani. He aquí un resumen de su discurso:
“Me llamo Lina Hassani y soy una joven afgana de etnia hazara de 21 años. Llegué a Bélgica hace 5 meses con los corredores humanitarios de la Comunidad de Sant’Egidio. Nací en Kabul. La vida en Afganistán nunca fue fácil. En 2009, los talibanes asesinaron a mi padre. Mi madre, con una fuerza increíble, siguió adelante para mantener a nuestra familia.
Nos trasladamos a Dusht-e-Barchi, un barrio de Kabul, que a menudo es objetivo de la violencia de los talibanes. Cuando vivía allí, asistí a un ataque suicida en nuestra escuela y vi morir a algunos compañeros míos de clase.
En agosto de 2021, los talibanes tomaron el control de Afganistán e impusieron severas restricciones a las mujeres. Nos sentíamos inseguras y huimos a Pakistán. Pero también allí, como refugiadas, éramos vistas como un peso, no teníamos derechos, no teníamos acceso a la asistencia sanitaria y a la educación, estábamos siempre en peligro de expulsión. Tras haber pasado muchos problemas en el campo en el que vivíamos, entramos en contacto con la Comunidad de Sant’Egidio. Ellos escucharon nuestras preocupaciones y prometieron ayudarnos, una promesa que han mantenido. El 29 de abril, emprendimos un viaje desde Pakistán hasta Bélgica, con la ayuda de Sant’Egidio. Hoy, mi madre, mis hermanas y yo vivimos en un apartamento que está en los locales de una iglesia parroquial y somos amados y acompañados en esta nueva vida.
Para terminar, quiero manifestar mi agradecimiento a todos los que han ayudado a los refugiados afganos. Les pido que sigan ayudando a las mujeres afganas que todavía tienen una necesidad extrema de ayuda. La ayuda que les den cambiará su vida y, al mismo tiempo, podemos allanar el camino a un futuro más justo e igualitario”.