“La herida de la AMIA es la herida de la ciudad, es la herida del país”
El pasado 11 de julio de 2024, una semana antes del trágico aniversario, la Comunidad de Sant’Egidio hizo un emotivo acto interreligioso de recuerdo. La ceremonia empezó en la plaza Bernardo Houssay, a pocas cuadras del lugar del atentado, y terminó con una marcha silenciosa iluminada por velas frente a la sede de la asociación mutual israelita.
Recordó a las 85 víctimes el presidente de la AMIA, Amos Linetzky, que dio las gracias especialmente a la Comunidad porque ha sido una compañía constante en todos estos años y porque ha trabajado sin cesar por mantener el recuerdo y la justicia. “Treinta años después, no estamos dispuestos a perder la esperanza de ver un día la justicia, de ver un día el fin de la impunidad, esperanza que se alimenta con actitudes como esta.”
Andrea Poretti, representante de la Comunidad de Sant’Egidio, destacó: “Desde el primer momento, como Comunidad de Sant’Egidio, sentimos que la herida de la AMIA era la herida de la ciudad y del país. Año tras año, con varias iniciativas, hemos querido estar al lado de los que sufrieron la pérdida de sus familiares, y de los que quedaron heridos, y hemos querido expresar nuestra cercanía a la comunidad judía. Hoy, aquí, queremos seguir expresando nuestro homenaje a las víctimas y renovar nuestra cercanía a los familiares y a los amigos, y también a las nuevas generaciones que se suman al recuerdo de aquellas vidas que quedaron borradas inesperadamente”.
Participó en el encuentro Pilar Bosca, directora del Ministerio del Culto del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, un delegado del arzobispo de Buenos Aires, y representantes de otras instituciones cristianas y judías. Luis Czyzewsky, padre de Paola, una de las 85 víctimas fatales de la masacre terrorista del 18 de julio, afirmó: “Quisiera transmitirles a todos ustedes que sentirse acompañado de alguna manera hace que renovemos fuerzas para reclamar lo que reclamamos desde hace mucho. Los poderes públicos deben darnos respuestas que hasta hoy no hemos tenido. Quizás las tendremos en breve”.
La manifestación terminó con un minuto de silencio por todas las víctimas de todos los ataques terroristas y con un abrazo de paz. La marcha silenciosa, iluminada por la luz de las velas, concluyó frente a la sede de la AMIA con una oración fúnebre (Kaddish) presidida por el rabino de la AMIA, Eliahu Hamra.