La visita a Argentina de Andrea Riccardi empezó con el encuentro con los más jóvenes. El domingo 18 de junio unos cien jóvenes que crecieron en la Escuela de la Paz se reunieron con el fundador de la Comunidad en La Boca, el viejo barrio del puerto donde hace 35 años empezaba Sant'Egidio en Buenos Aires. Desde entonces la Comunidad ha acompañado a varias generaciones de niños y jóvenes.
Al día siguiente, en la antigua sala Colegio del Salvador ―donde el padre Jorge Bergoglio enseñó durante muchos años― celebraron una asamblea en la que participaron las Comunidades de Sant’Egidio de Argentina. Estaban representadas las Comunidades de la zona llamada del Cono Urbano ―Lanús, Laferrere, Almafuerte, Villa Martelli, la Boca y Barracas, Los Ceibos, localidades que terminaron confluyendo en la interminable megalópolis que toma el nombre de Gran Buenos Aires― y de Coronel Pringles, una ciudad más al sur. Muchos eran jóvenes, que son una parte significativa de la Comunidad de Buenos Aires. Andrea Riccardi, tras hacer un repaso general a la vida de la Comunidad en el mundo, sobre todo a las de Ucrania que estos meses de guerra no han renunciado a ayudar a los numerosos refugiados de su país, afirmó que la paz se construye también en las periferias de la megalópolis marcadas por la pobreza que agudizó la pandemia, la crisis económica, la inflación siempre en aumento y el problema de la gran difusión de la droga.
"Este tiempo difícil ―dijo― nos pide vivir más la fraternidad". En este sentido Buenos Aires puede ser un laboratorio de una Comunidad que vive en la megalópolis. Este es un concepto muy apreciado por el papa Bergoglio, que afirma que "Dios vive en la ciudad y la Iglesia vive en la ciudad".
En recuerdo del inicio de la Comunidad en Argentina en 1987, tras la Jornada Mundial de la Juventud impulsada por Juan Pablo II, Andrea Riccardi regaló a la Comunidad un icono del papa santo.