El lunes 27 de mayo, 36 refugiados sirios llegaron al aeropuerto nacional de Bruselas, gracias a los corredores humanitarios, una iniciativa de la Comunidad de Sant’Egidio en colaboración con las diócesis católicas y otras iglesias. La llegada de este grupo es un paso más en la lucha contra la pobreza y la marginación, y ofrece a estas familias una nueva oportunidad de vida en Bélgica.
Los recién llegados, ocho familias tanto cristianas como musulmanas, han vivido durante años en condiciones de extrema precariedad en el Líbano, sin ninguna perspectiva de volver a su país devastado por la guerra. Gracias a los esfuerzos conjuntos de organizaciones religiosas y autoridades nacionales y europeas, estas personas vulnerables ahora pueden esperar tener un futuro mejor.
Las familias serán alojadas en distintos municipios belgas, como Arlon, Bruselas, Jette, Courtrai, Kraainem, Lieja, Maasmechelen y Malines. Allí, los comités de ayuda locales se ocuparán de acogerles, darles cobijo y ayudarles durante el complejo proceso de solicitud de asilo y de integración. Este enfoque comunitario no solo facilita la inserción de los refugiados en la sociedad belga, sino que también promueve una cultura de solidaridad y de acogida.
Con el grupo que llegó el lunes, el número total de refugiados que han llegado a Bélgica gracias a los corredores humanitarios ha aumentado hasta los 310. Este programa, que funciona desde 2016, ha permitido que más de ocho mil refugiados vulnerables provenientes de Siria, Afganistán, Eritrea y otros países rehagan su vida en Europa, principalmente en Italia y en Francia.
La iniciativa representa un modelo de acogida segura y legal, y ofrece una alternativa concreta y humana a las peligrosas travesías del Mediterráneo.
La presencia de estos nuevos miembros en la comunidad belga no solo enriquece el tejido social del país, sino que da muestra de la eficacia de la cooperación entre instituciones religiosas y civiles en la lucha contra la pobreza y la marginación.