Desde finales de enero, en un refugio antiaéreo en Járkov se encuentra la Escuela de la Paz de Sant'Egidio
En la gran ciudad de Ucrania, ahora en el frente, fue una joven, Yulia, de solo 16 años, quien abrió este lugar, donde nadie habría pensado nunca en ayudar a los niños a estudiar y crecer juntos. Después de haber regresado a su casa a Járkov, después de haber sido desplazada durante unos meses a Ivano Frankivsk, al oeste del país -la zona más alejada del frente- donde conoció a la Comunidad, pensó que había que hacer alguna cosa para los más pequeños.
La Escuela de la Paz es un oasis en el infierno. Claro, está bajo tierra, no hay ventanas, ni patio para jugar juntos, sino un grupo de una veintena de niños de segundo y tercero de primaria que hasta ahora solo habían estudiado online, por la guerra. Ahora finalmente tienen la oportunidad de experimentar lo que significa ir a la escuela. Algunos de ellos nunca han salido de Járkov durante la guerra, otros han vuelto después de ser evacuados.
Durante unas semanas, a medida que se intensificaban los bombardeos, el refugio fue ocupado por ciudadanos que venían a protegerse. Los niños escribieron enseguida a Yulia: necesitaban aquel espacio de infancia que les ayudara a vivir, crecer, olvidar el mal que corre por encima de sus cabezas, incesantemente durante más de dos años. Finalmente se ha reanudado la Escuela de la Paz. Pero las heridas del alma se sienten: se ven en los dibujos realizados en el sótano, casi todos con rastros de guerra, de misiles, de casas destruidas.
Mientras, los bombardeos continúan en la ciudad. Recientemente, en uno de los pocos momentos en los que los niños podían jugar juntos al aire libre, hubo una explosión no muy lejos de ellos. Los jóvenes que les cuidan enseguida tuvieron que devolverlos al sótano, con calma, sin pánico.
En Járkov, que lleva tiempo sitiada, se corta la electricidad de 3 a 5 horas al día. Existe una grave sensación de precariedad e inseguridad en todo el mundo, que se nota en el aire. Pero la necesidad de un futuro persiste. Se puede ver en los ojos de los jóvenes de Sant'Egidio que junto con Yulia iniciaron esta aventura bajo las bombas, y en la determinación de los niños y niñas que nunca paran de pedir de estudiar, y prepararse para la vida que todos esperan, que es vivir en paz.
Desde el inicio de la guerra, Sant'Egidio no ha dejado de llevar ayuda humanitaria a Ucrania. La prolongación del conflicto aumenta las necesidades y disminuye la ayuda. Para apoyar nuestro compromiso con las víctimas de la guerra, HAZ UNA DONACIÓN.