Según la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, existe "seguridad alimentaria" cuando todas las personas, en cualquier momento, tienen acceso físico y económico a una cantidad suficiente de alimentos seguros y nutritivos que cubren sus necesidades dietéticas y sus preferencias alimentarias para una vida activa y sana.
La inseguridad alimentaria es un problema de África oriental, sobre todo para los países que sufren sequía, conflictos, inseguridad y pobreza extrema. La situación ha empeorado a causa de los efectos de la pandemia de covid-19 y, más recientemente, de la guerra de Ucrania, que ha paralizado la mayoría de envíos de cereales a otras partes del mundo.
No es una novedad que, con el conflicto de Sudán del Sur, muchos refugiados hayan sido acogidos por el Gobierno ugandés, que ha abierto varios campos de refugiados como el Nyumanzi Refugee Settlement, en Adjumani. En este campo, la Escuela de la paz de la Comunidad de Sant’Egidio ofrece educación tanto a los refugiados de Sudán del Sur como a la población ugandesa. La desnutrición es un gran problema, porque tiene un fuerte impacto en el crecimiento y en la vida activa de los niños, que incluye, entre otros aspectos, la formación.
Según datos de 2009, se calcula que el coste total de la malnutrición infantil en Uganda asciende al 5,6% del PIB del país. Las familias se quedan atrapadas en el túnel de la pobreza a causa del impacto que tiene la malnutrición en los costes sanitarios y educativos.
En la Escuela de la paz de Nyumanzi que hay en el campo de refugiados de Adjumani, Sant’Egidio sabe que disponer de una comida diaria sana y asegurada permite a los niños tener una vida activa, los motiva a aprender y los mantiene concentrados en las actividades escolares. Cada día de escuela se reparten unas 1200 comidas sanas tanto a los alumnos como a los profesores.
Este reparto de alimentos permite que los alumnos estén sanos y libra a los padres de una dura carga.