Navidad para todos, también para los refugiados de la «ruta balcánica»: en los últimos días, un grupo de Jóvenes por la Paz fue a encontrar a migrantes tanto en Trieste, como en Rijeka (Croacia) y en Bihać (Bosnia). El frío invernal en aquellas zonas ha regresado con fuerza y las condiciones meteorológicas empeoran día a día, lo que aumenta la desesperación de muchos que aún ven el destino de su viaje muy lejos.
No es la primera vez que los Jóvenes por la Paz cruzan la frontera «en sentido contrario» para visitar a los migrantes que se ven obligados a vivir en medio del barro, sin luz ni calefacción. Y también esta vez el encuentro fue conmovedor. Recibir un regalo, una comida caliente, una palabra de ánimo o de bienvenida es fundamental para ellos.
Son muchas, las historias duras que se pueden oír en estos lugares, como la de Karima, una niña afgana de 13 años a la que conocieron en Bihać. Durante las actividades que organizaron uno de los días festivos, escribió el nombre «Leila» en un brazalete. Su hermano, un poco mayor que ella, nos dijo entonces que ese era el nombre de su hermana pequeña, que fue asesinada con solo tres meses por los talibanes.
Más de quinientos migrantes, entre afganos, paquistaníes, iraquíes, iraníes y bengalíes, participaron en las diversas actividades y fiestas organizadas en Trieste. Entre clases de idiomas, canciones italianas y tradicionales de los países de origen, regalos (cosas útiles como chaquetas, jerséis, bufandas, guantes, sombreros, productos de higiene), sintieron que no habían sido olvidados y que, de verdad, la Navidad llega para todos.
Cada día, la «comida de la amistad» acogía a unos sesenta migrantes. Era un momento de descanso, una tregua del frío y un momento de amistad y de compartir.
Se reservó un lugar especial para los migrantes que duermen en la calle en Trieste. Son muchos los que se encuentran en esta difícil situación porque la ciudad es parada obligatoria para poder continuar su viaje hacia otros destinos. Para nosotros son pequeños y sencillos gestos de solidaridad, para ellos un símbolo de esperanza y hospitalidad, especialmente en días tan especiales como los de Navidad.
El último día, todos nos reunimos en la iglesia de San Antonio Taumaturgo para hacer una oración en recuerdo de quienes han perdido la vida intentando llegar a Europa. Muchas personas de Trieste y muchos migrantes participaron en la oración para recordar a quienes no han podido llegar a Italia. Recordar a los que han muerto de esperanza desata una gran emoción, una emoción que se une a la llamada que sentimos escuchando estos días el grito de quienes, aún hoy, huyen de la persecución, la pobreza y la guerra en busca de un futuro de paz en nuestra Europa.